martes, 11 de mayo de 2010
domingo, 10 de enero de 2010
Evangelio de Jesucristo según Marcos / Audiovisual
Marcos 1
Predicación de Juan el Bautista
1Principio del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios.
2Como está escrito en el profeta Isaías:
HE AQUI, YO ENVIO MI MENSAJERO DELANTE DE TU FAZ,
EL CUAL PREPARARA TU CAMINO.
3VOZ DEL QUE CLAMA EN EL DESIERTO:
"PREPARAD EL CAMINO DEL SEÑOR,
HACED DERECHAS SUS SENDAS."
4Juan el Bautista apareció en el desierto predicando el bautismo de arrepentimiento para el perdón de pecados.
5Y acudía a él toda la región de Judea, y toda la gente de Jerusalén, y confesando sus pecados, eran bautizados por él en el río Jordán.
6Juan estaba vestido de pelo de camello, tenía un cinto de cuero a la cintura, y comía langostas y miel silvestre.
7Y predicaba, diciendo: Tras mí viene uno que es más poderoso que yo, a quien no soy digno de desatar, inclinándome, la correa de sus sandalias.
8Yo os bauticé con agua, pero Él os bautizará con el Espíritu Santo.
Bautismo y tentación de Jesús
9Y sucedió en aquellos días que Jesús vino de Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán.
10E inmediatamente, al salir del agua, vio que los cielos se abrían, y que el Espíritu como paloma descendía sobre Él;
11y vino una voz de los cielos, que decía: Tú eres mi Hijo amado, en ti me he complacido.
12Enseguida el Espíritu le impulsó a ir al desierto.
13Y estuvo en el desierto cuarenta días, siendo tentado por Satanás; y estaba entre las fieras, y los ángeles le servían.
Jesús principia su ministerio
14Después que Juan había sido encarcelado, Jesús vino a Galilea proclamando el evangelio de Dios,
15y diciendo: El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos y creed en el evangelio.
Llamamiento de los primeros discípulos
16Mientras caminaba junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés, hermano de Simón, echando una red en el mar, porque eran pescadores.
17Y Jesús les dijo: Seguidme, y yo haré que seáis pescadores de hombres.
18Y dejando al instante las redes, le siguieron.
19Yendo un poco más adelante vio a Jacobo, el hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, los cuales estaban también en la barca, remendando las redes.
20Y al instante los llamó; y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron tras El.
Jesús enseña en Capernaúm
21Entraron en Capernaúm; y enseguida, en el día de reposo entrando Jesús en la sinagoga comenzó a enseñar.
22Y se admiraban de su enseñanza; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.
23Y he aquí estaba en la sinagoga de ellos un hombre con un espíritu inmundo, el cual comenzó a gritar,
24diciendo: ¿Qué tenemos que ver contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Yo sé quién eres: el Santo de Dios.
25Jesús lo reprendió, diciendo: ¡Cállate, y sal de él!
26Entonces el espíritu inmundo, causándole convulsiones, gritó a gran voz y salió de él.
27Y todos se asombraron de tal manera que discutían entre sí, diciendo: ¿Qué es esto? ¡Una enseñanza nueva con autoridad! Él manda aun a los espíritus inmundos y le obedecen.
28Y enseguida su fama se extendió por todas partes, por toda la región alrededor de Galilea.
Jesús sana a la suegra de Simón y a muchos otros
29Inmediatamente después de haber salido de la sinagoga, fueron a casa de Simón y Andrés, con Jacobo y Juan.
30Y la suegra de Simón yacía enferma con fiebre; y enseguida le hablaron de ella.
31Jesús se le acercó, y tomándola de la mano la levantó, y la fiebre la dejó; y ella les servía.
32A la caída de la tarde, después de la puesta del sol, le trajeron todos los que estaban enfermos y los endemoniados.
33Y toda la ciudad se había amontonado a la puerta.
34Y sanó a muchos que estaban enfermos de diversas enfermedades, y expulsó muchos demonios; y no dejaba hablar a los demonios, porque ellos sabían quién era Él.
Jesús recorre Galilea
35Levantándose muy de mañana, cuando todavía estaba oscuro, salió, y se fue a un lugar solitario, y allí oraba.
36Y Simón y sus compañeros salieron a buscarle;
37le encontraron y le dijeron: Todos te buscan.
38Y Él les dijo: Vamos a otro lugar, a los pueblos vecinos, para que predique también allí, porque para eso he salido.
39Y fue por toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando demonios.
Curación de un leproso
40Y vino a Él un leproso rogándole, y arrodillándose le dijo: Si quieres, puedes limpiarme.
41Movido a compasión, extendiendo Jesús la mano, lo tocó, y le dijo: Quiero; sé limpio.
42Y al instante la lepra lo dejó y quedó limpio.
43Entonces Jesús lo amonestó severamente y enseguida lo despidió,
44y le dijo: Mira, no digas nada a nadie, sino ve, muéstrate al sacerdote y ofrece por tu limpieza lo que Moisés ordenó, para testimonio a ellos.
45Pero él, en cuanto salió comenzó a proclamarlo abiertamente y a divulgar el hecho, a tal punto que Jesús ya no podía entrar públicamente en ciudad alguna, sino que se quedaba fuera en lugares despoblados; y venían a Él de todas partes.
Marcos 2
Curación de un paralítico
1Habiendo entrado de nuevo en Capernaúm varios días después, se oyó que estaba en casa.
2Y se reunieron muchos, tanto que ya no había lugar ni aun a la puerta; y Él les exponía la palabra.
3Entonces vinieron a traerle un paralítico llevado entre cuatro.
4Y como no pudieron acercarse a Él a causa de la multitud, levantaron el techo encima de donde El estaba; y cuando habían hecho una abertura, bajaron la camilla en que yacía el paralítico.
5Viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados.
6Pero estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales pensaban en sus corazones:
7¿Por qué habla éste así? Está blasfemando; ¿quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios?
8Y al instante Jesús, conociendo en su espíritu que pensaban de esa manera dentro de sí mismos, les dijo: ¿Por qué pensáis estas cosas en vuestros corazones?
9¿Qué es más fácil, decir al paralítico: "Tus pecados te son perdonados", o decirle: "Levántate, toma tu camilla y anda"?
10Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico):
11A ti te digo: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.
12Y él se levantó, y tomando al instante la camilla, salió a vista de todos, de manera que todos estaban asombrados, y glorificaban a Dios, diciendo: Jamás hemos visto cosa semejante.
Llamamiento de Leví y la cena en su casa
13Y El salió de nuevo a la orilla del mar, y toda la multitud venía a Él, y les enseñaba.
14Y al pasar, vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado en la oficina de los tributos, y le dijo: Sígueme. Y levantándose, le siguió.
15Y sucedió que estando Jesús sentado a la mesa en casa de él, muchos recaudadores de impuestos y pecadores estaban comiendo con Jesús y sus discípulos; porque había muchos de ellos que le seguían.
16Al ver los escribas de los fariseos que Él comía con pecadores y recaudadores de impuestos, decían a sus discípulos: ¿Por qué Él come y bebe con recaudadores de impuestos y pecadores?
17Al oír esto, Jesús les dijo: Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los que están enfermos; no he venido a llamar a justos, sino a pecadores.
Pregunta sobre el ayuno
18Los discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando; y vinieron y le dijeron: ¿Por qué ayunan los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos, pero tus discípulos no ayunan?
19Y Jesús les dijo: ¿Acaso pueden ayunar los acompañantes del novio mientras el novio está con ellos? Mientras tienen al novio con ellos, no pueden ayunar.
20Pero vendrán días cuando el novio les será quitado, y entonces ayunarán en aquel día.
21Nadie pone un remiendo de tela nueva en un vestido viejo, porque entonces el remiendo al encogerse tira de él, lo nuevo de lo viejo, y se produce una rotura peor.
22Y nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque entonces el vino romperá el odre, y se pierde el vino y también los odres; sino que se echa vino nuevo en odres nuevos.
Jesús, Señor del día de reposo
23Y aconteció que un día de reposo Jesús pasaba por los sembrados, y sus discípulos, mientras se abrían paso, comenzaron a arrancar espigas.
24Entonces los fariseos le decían: Mira, ¿por qué hacen lo que no es lícito en el día de reposo?
25Y Él les dijo: ¿Nunca habéis leído lo que David hizo cuando tuvo necesidad y sintió hambre, él y sus compañeros,
26cómo entró en la casa de Dios en tiempos de Abiatar, el sumo sacerdote, y comió los panes consagrados que no es lícito a nadie comer, sino a los sacerdotes, y dio también a los que estaban con él?
27Y Él les decía: El día de reposo se hizo para el hombre, y no el hombre para el día de reposo.
28Por tanto, el Hijo del Hombre es Señor aun del día de reposo.
Marcos 3
Jesús sana al hombre de la mano seca
1Otra vez entró Jesús en una sinagoga; y había allí un hombre que tenía una mano seca.
2Y le observaban para ver si le sanaba en el día de reposo, para poder acusarle.
3Y dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate y ponte aquí en medio.
4Entonces les dijo: ¿Es lícito en el día de reposo hacer bien o hacer mal, salvar una vida o matar? Pero ellos guardaban silencio.
5Y mirándolos en torno con enojo, entristecido por la dureza de sus corazones, dijo al hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y su mano quedó sana.
6Pero cuando los fariseos salieron, enseguida comenzaron a tramar con los herodianos en contra de Jesús, para ver cómo podrían destruirle.
Las multitudes siguen a Jesús
7Jesús se retiró al mar con sus discípulos; y una gran multitud de Galilea le siguió; y también de Judea,
8de Jerusalén, de Idumea, del otro lado del Jordán, y de los alrededores de Tiro y Sidón; una gran multitud, que al oír todo lo que Jesús hacía, vino a Él.
9Y dijo a sus discípulos que le tuvieran lista una barca por causa de la multitud, para que no le oprimieran;
10porque había sanado a muchos, de manera que todos los que tenían aflicciones se le echaban encima para tocarle.
11Y siempre que los espíritus inmundos le veían, caían delante de Él y gritaban, diciendo: Tú eres el Hijo de Dios.
12Y les advertía con insistencia que no revelaran su identidad.
Designación de los doce apóstoles
13Y subió al monte, llamó a los que Él quiso, y ellos vinieron a Él.
14Y designó a doce, para que estuvieran con Él y para enviarlos a predicar,
15y para que tuvieran autoridad de expulsar demonios.
16Designó a los doce: Simón (a quien puso por nombre Pedro),
17Jacobo, hijo de Zebedeo, y Juan hermano de Jacobo (a quienes puso por nombre Boanerges, que significa, hijos del trueno);
18Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Jacobo, hijo de Alfeo, Tadeo, Simón el canaanita;
19y Judas Iscariote, el que también le entregó.
Jesús y Beelzebú
20Jesús llegó a una casa, y la multitud se juntó de nuevo, a tal punto que ellos ni siquiera podían comer.
21Cuando sus parientes oyeron esto, fueron para hacerse cargo de Él, porque decían: Está fuera de sí.
22Y los escribas que habían descendido de Jerusalén decían: Tiene a Beelzebú; y: Expulsa los demonios por el príncipe de los demonios.
23Y llamándolos junto a sí, les hablaba en parábolas: ¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás?
24Y si un reino está dividido contra sí mismo, ese reino no puede perdurar.
25Y si una casa está dividida contra sí misma, esa casa no podrá permanecer.
26Y si Satanás se ha levantado contra sí mismo y está dividido, no puede permanecer, sino que ha llegado su fin.
27Pero nadie puede entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes si primero no lo ata; entonces podrá saquear su casa.
28En verdad os digo que todos los pecados serán perdonados a los hijos de los hombres, y las blasfemias con que blasfemen,
29pero cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo no tiene jamás perdón, sino que es culpable de pecado eterno.
30Porque decían: Tiene un espíritu inmundo.
La madre y los hermanos de Jesús
31Entonces llegaron su madre y sus hermanos, y quedándose afuera, le mandaron llamar.
32Y había una multitud sentada alrededor de Él, y le dijeron: He aquí, tu madre y tus hermanos están afuera y te buscan.
33Respondiéndoles Él, dijo: ¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?
34Y mirando en torno a los que estaban sentados en círculo, a su alrededor, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos.
35Porque cualquiera que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre.
Marcos 4
Parábola del sembrador
1Comenzó a enseñar de nuevo junto al mar; y se llegó a Él una multitud tan grande que tuvo que subirse a una barca que estaba en el mar, y se sentó; y toda la multitud estaba en tierra a la orilla del mar.
2Les enseñaba muchas cosas en parábolas; y les decía en su enseñanza:
3¡Oíd! He aquí, el sembrador salió a sembrar;
4y aconteció que al sembrar, una parte de la semilla cayó junto al camino, y vinieron las aves y se la comieron.
5Otra parte cayó en un pedregal donde no tenía mucha tierra; y enseguida brotó por no tener profundidad de tierra.
6Pero cuando salió el sol, se quemó; y por no tener raíz, se secó.
7Otra parte cayó entre espinos, y los espinos crecieron y la ahogaron, y no dio fruto.
8Y otras semillas cayeron en buena tierra, y creciendo y desarrollándose, dieron fruto, y produjeron unas a treinta, otras a sesenta y otras a ciento por uno.
9Y Él decía: El que tiene oídos para oír, que oiga.
Explicación de la parábola
10Cuando se quedó solo, sus seguidores junto con los doce, le preguntaban sobre las parábolas.
11Y les decía: A vosotros os ha sido dado el misterio del reino de Dios, pero los que están afuera reciben todo en parábolas;
12para que VIENDO VEAN PERO NO PERCIBAN, Y OYENDO OIGAN PERO NO ENTIENDAN, NO SEA QUE SE CONVIERTAN Y SEAN PERDONADOS.
13Y les dijo: ¿No entendéis esta parábola? ¿Cómo, pues, comprenderéis todas las parábolas?
14El sembrador siembra la palabra.
15Y estos son los que están junto al camino donde se siembra la palabra, aquellos que en cuanto la oyen, al instante viene Satanás y se lleva la palabra que se ha sembrado en ellos.
16Y de igual manera, estos en que se sembró la semilla en pedregales son los que al oír la palabra enseguida la reciben con gozo;
17pero no tienen raíz profunda en sí mismos, sino que sólo son temporales. Entonces, cuando viene la aflicción o la persecución por causa de la palabra, enseguida tropiezan y caen.
18Otros son aquellos en los que se sembró la semilla entre los espinos; éstos son los que han oído la palabra,
19pero las preocupaciones del mundo, y el engaño de las riquezas, y los deseos de las demás cosas entran y ahogan la palabra, y se vuelve estéril.
20Y otros son aquellos en que se sembró la semilla en tierra buena; los cuales oyen la palabra, la aceptan y dan fruto, unos a treinta, otros a sesenta y otros a ciento por uno.
21Y les decía: ¿Acaso se trae una lámpara para ponerla debajo de un almud o debajo de la cama? ¿No es para ponerla en el candelero?
22Porque nada hay oculto, si no es para que sea manifestado; ni nada ha estado en secreto, sino para que salga a la luz.
23Si alguno tiene oídos para oír, que oiga.
24También les decía: Cuidaos de lo que oís. Con la medida con que midáis, se os medirá, y aun más se os dará.
25Porque al que tiene, se le dará más, pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.
Parábola del crecimiento de la semilla
26Decía también: El reino de Dios es como un hombre que echa semilla en la tierra,
27y se acuesta y se levanta, de noche y de día, y la semilla brota y crece; cómo, él no lo sabe.
28La tierra produce fruto por sí misma; primero la hoja, luego la espiga, y después el grano maduro en la espiga.
29Y cuando el fruto lo permite, él enseguida mete la hoz, porque ha llegado el tiempo de la siega.
Parábola del grano de mostaza
30También decía: ¿A qué compararemos el reino de Dios, o con qué parábola lo describiremos?
31Es como un grano de mostaza, el cual, cuando se siembra en la tierra, aunque es más pequeño que todas las semillas que hay en la tierra,
32sin embargo, cuando es sembrado, crece y llega a ser más grande que todas las hortalizas y echa grandes ramas, tanto que las aves del cielo pueden anidar bajo su sombra.
33Con muchas parábolas como éstas les hablaba la palabra, según podían oírla;
34y sin parábolas no les hablaba, sino que lo explicaba todo en privado a sus propios discípulos.
Jesús calma la tempestad
35Ese día, caída ya la tarde, les dijo: Pasemos al otro lado.
36Despidiendo a la multitud, le llevaron con ellos en la barca, como estaba; y había otras barcas con Él.
37Pero se levantó una violenta tempestad, y las olas se lanzaban sobre la barca de tal manera que ya se anegaba la barca.
38Él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; entonces le despertaron y le dijeron: Maestro, ¿no te importa que perezcamos?
39Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: ¡Cálmate, sosiégate! Y el viento cesó, y sobrevino una gran calma.
40Entonces les dijo: ¿Por qué estáis amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?
41Y se llenaron de gran temor, y se decían unos a otros: ¿Quién, pues, es éste que aun el viento y el mar le obedecen?
Marcos 5
El endemoniado gadareno
1Y llegaron al otro lado del mar, a la tierra de los gadarenos.
2Y cuando Él salió de la barca, enseguida vino a su encuentro, de entre los sepulcros, un hombre con un espíritu inmundo
3que tenía su morada entre los sepulcros; y nadie podía ya atarlo ni aun con cadenas;
4porque muchas veces había sido atado con grillos y cadenas, pero él había roto las cadenas y destrozado los grillos, y nadie era tan fuerte como para dominarlo.
5Y siempre, noche y día, andaba entre los sepulcros y en los montes dando gritos e hiriéndose con piedras.
6Cuando vio a Jesús de lejos, corrió y se postró delante de Él;
7y gritando a gran voz, dijo: ¿Qué tengo yo que ver contigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te imploro por Dios que no me atormentes.
8Porque Jesús le decía: Sal del hombre, espíritu inmundo.
9Y le preguntó: ¿Cómo te llamas? Y él le dijo: Me llamo Legión, porque somos muchos.
10Entonces le rogaba con insistencia que no los enviara fuera de la tierra.
11Y había allí una gran piara de cerdos paciendo junto al monte.
12Y los demonios le rogaron, diciendo: Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos.
13Y El les dio permiso. Y saliendo los espíritus inmundos, entraron en los cerdos; y la piara, unos dos mil, se precipitó por un despeñadero al mar, y en el mar se ahogaron.
14Y los que cuidaban los cerdos huyeron y lo contaron en la ciudad y por los campos. Y la gente vino a ver qué era lo que había sucedido.
15Y vinieron a Jesús, y vieron al que había estado endemoniado, sentado, vestido y en su cabal juicio, el mismo que había tenido la legión; y tuvieron miedo.
16Y los que lo habían visto les describieron cómo le había sucedido esto al endemoniado, y lo de los cerdos.
17Y comenzaron a rogarle que se fuera de su comarca.
18Al entrar Él en la barca, el que había estado endemoniado le rogaba que le dejara acompañarle.
19Pero Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho por ti, y cómo tuvo misericordia de ti.
20Y él se fue, y empezó a proclamar en Decápolis cuán grandes cosas Jesús había hecho por él; y todos se quedaban maravillados.
Jairo ruega por su hija
21Cuando Jesús pasó otra vez en la barca al otro lado, se reunió una gran multitud alrededor de Él; y Él se quedó junto al mar.
22Y vino uno de los oficiales de la sinagoga, llamado Jairo, y al verle se postró a sus pies.
23Y le rogaba con insistencia, diciendo: Mi hijita está al borde de la muerte; te ruego que vengas y pongas las manos sobre ella para que sane y viva.
24Jesús fue con él; y una gran multitud le seguía y le oprimía.
Jesús sana a una mujer
25Y una mujer que había tenido flujo de sangre por doce años,
26y había sufrido mucho a manos de muchos médicos, y había gastado todo lo que tenía sin provecho alguno, sino que al contrario, había empeorado;
27cuando oyó hablar de Jesús, se llegó a Él por detrás entre la multitud y tocó su manto.
28Porque decía: Si tan sólo toco sus ropas, sanaré.
29Al instante la fuente de su sangre se secó, y sintió en su cuerpo que estaba curada de su aflicción.
30Y enseguida Jesús, dándose cuenta de que había salido poder de Él, volviéndose entre la gente, dijo: ¿Quién ha tocado mi ropa?
31Y sus discípulos le dijeron: Ves que la multitud te oprime, y dices: "¿Quién me ha tocado?"
32Pero Él miraba a su alrededor para ver a la mujer que le había tocado.
33Entonces la mujer, temerosa y temblando, dándose cuenta de lo que le había sucedido, vino y se postró delante de Él y le dijo toda la verdad.
34Y Jesús le dijo: Hija, tu fe te ha sanado; vete en paz y queda sana de tu aflicción.
Jesús resucita a la hija de Jairo
35Mientras estaba todavía hablando, vinieron de casa del oficial de la sinagoga, diciendo: Tu hija ha muerto, ¿para qué molestas aún al Maestro?
36Pero Jesús, oyendo lo que se hablaba, dijo* al oficial de la sinagoga: No temas, cree solamente.
37Y no permitió que nadie fuera con Él sino sólo Pedro, Jacobo y Juan, el hermano de Jacobo.
38Fueron a la casa del oficial de la sinagoga, y Jesús vio el alboroto, y a los que lloraban y se lamentaban mucho.
39Y entrando les dijo: ¿Por qué hacéis alboroto y lloráis? La niña no ha muerto, sino que está dormida.
40Y se burlaban de Él. Pero Él, echando fuera a todos, tomó consigo al padre y a la madre de la niña, y a los que estaban con Él, y entró donde estaba la niña.
41Y tomando a la niña por la mano, le dijo: Talita cumi (que traducido significa: Niña, a ti te digo, ¡levántate!).
42Al instante la niña se levantó y comenzó a caminar, pues tenía doce años. Y al momento se quedaron completamente atónitos.
43Entonces les dio órdenes estrictas de que nadie se enterara de esto; y dijo que le dieran de comer a la niña.
Marcos 6
Jesús enseña en Nazaret
1El se marchó de allí y llegó a su pueblo; y sus discípulos le siguieron.
2Cuando llegó el día de reposo comenzó a enseñar en la sinagoga; y muchos que le escuchaban se asombraban, diciendo: ¿Dónde obtuvo éste tales cosas, y cuál es esta sabiduría que le ha sido dada, y estos milagros que hace con sus manos?
3¿No es éste el carpintero, el hijo de María, y hermano de Jacobo, José, Judas y Simón? ¿No están sus hermanas aquí con nosotros? Y se escandalizaban a causa de Él.
4Y Jesús les dijo: No hay profeta sin honra sino en su propia tierra, y entre sus parientes, y en su casa.
5Y no pudo hacer allí ningún milagro; sólo sanó a unos pocos enfermos sobre los cuales puso sus manos.
6Y estaba maravillado de la incredulidad de ellos. Y recorría las aldeas de alrededor enseñando.
Jesús envía a los doce
7Entonces llamó a los doce y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos;
8y les ordenó que no llevaran nada para el camino, sino sólo un bordón; ni pan, ni alforja, ni dinero en el cinto;
9sino calzados con sandalias. No llevéis dos túnicas
10--les dijo--y dondequiera que entréis en una casa, quedaos allí hasta que salgáis de la población.
11Y en cualquier lugar que no os reciban ni os escuchen, al salir de allí, sacudid el polvo de la planta de vuestros pies en testimonio contra ellos.
12Y saliendo, predicaban que todos se arrepintieran.
13Y echaban fuera muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos y los sanaban.
Muerte de Juan el Bautista
14El rey Herodes se enteró de esto, pues el nombre de Jesús se había hecho célebre, y la gente decía: Juan el Bautista ha resucitado de entre los muertos, por eso es que estos poderes milagrosos actúan en él.
15Pero otros decían: Es Elías. Y decían otros: Es un profeta, como uno de los profetas antiguos .
16Y al oír esto Herodes, decía: Juan, a quien yo decapité, ha resucitado.
17Porque Herodes mismo había enviado a prender a Juan y lo había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, mujer de su hermano Felipe, pues Herodes se había casado con ella.
18Porque Juan le decía a Herodes: No te es lícito tener la mujer de tu hermano.
19Y Herodías le tenía rencor y deseaba matarlo, pero no podía,
20porque Herodes temía a Juan, sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo mantenía protegido. Y cuando le oía se quedaba muy perplejo, pero le gustaba escucharlo.
21Pero llegó un día oportuno, cuando Herodes, siendo su cumpleaños, ofreció un banquete a sus nobles y comandantes y a los principales de Galilea;
22y cuando la hija misma de Herodías entró y danzó, agradó a Herodes y a los que se sentaban a la mesa con él; y el rey dijo a la muchacha: Pídeme lo que quieras y te lo daré.
23Y le juró: Te daré lo que me pidas, hasta la mitad de mi reino.
24Ella salió y dijo a su madre: ¿Qué pediré? Y ella le respondió: La cabeza de Juan el Bautista.
25Enseguida ella se presentó apresuradamente ante el rey con su petición, diciendo: Quiero que me des ahora mismo la cabeza de Juan el Bautista en una bandeja.
26Y aunque el rey se puso muy triste, sin embargo a causa de sus juramentos y de los que se sentaban con él a la mesa, no quiso desairarla.
27Y al instante el rey envió a un verdugo y le ordenó que trajera la cabeza de Juan. Y él fue y lo decapitó en la cárcel,
28y trajo su cabeza en una bandeja, y se la dio a la muchacha, y la muchacha se la dio a su madre.
29Cuando sus discípulos oyeron esto, fueron y se llevaron el cuerpo y le dieron sepultura.
Alimentación de los cinco mil
30Los apóstoles se reunieron con Jesús, y le informaron sobre todo lo que habían hecho y enseñado.
31Y Él les dijo: Venid, apartaos de los demás a un lugar solitario y descansad un poco. (Porque había muchos que iban y venían, y ellos no tenían tiempo ni siquiera para comer.)
32Y se fueron en la barca a un lugar solitario, apartado.
33Pero la gente los vio partir, y muchos los reconocieron y juntos corrieron allá a pie de todas las ciudades, y llegaron antes que ellos.
34Al desembarcar, Él vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas sin pastor; y comenzó a enseñarles muchas cosas.
35Y cuando era ya muy tarde, sus discípulos se le acercaron, diciendo: El lugar está desierto y ya es muy tarde;
36despídelos para que vayan a los campos y aldeas de alrededor, y se compren algo de comer.
37Pero respondiendo Él, les dijo: Dadles vosotros de comer. Y ellos le dijeron: ¿Quieres que vayamos y compremos doscientos denarios de pan y les demos de comer?
38Y El les dijo: ¿Cuántos panes tenéis? Id y ved. Y cuando se cercioraron le dijeron: Cinco, y dos peces.
39Y les mandó que todos se recostaran por grupos sobre la hierba verde.
40Y se recostaron por grupos de cien y de cincuenta.
41Entonces Él tomó los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, los bendijo, y partió los panes y los iba dando a los discípulos para que se los sirvieran; también repartió los dos peces entre todos.
42Todos comieron y se saciaron.
43Y recogieron doce cestas llenas de los pedazos, y también de los peces.
44Los que comieron los panes eran cinco mil hombres.
Jesús anda sobre el mar
45Enseguida hizo que sus discípulos subieran a la barca y fueran delante de Él al otro lado, a Betsaida, mientras Él despedía a la multitud.
46Y después de despedirse de ellos, se fue al monte a orar.
47Al anochecer, la barca estaba en medio del mar, y Él estaba solo en tierra.
48Y al verlos remar fatigados, porque el viento les era contrario, como a la cuarta vigilia de la noche, fue hacia ellos andando sobre el mar, y quería pasarles de largo.
49Pero cuando ellos le vieron andando sobre el mar, pensaron que era un fantasma y se pusieron a gritar;
50porque todos le vieron y se turbaron. Pero enseguida El habló con ellos y les dijo: ¡Tened ánimo; soy yo, no temáis!
51Y subió con ellos a la barca, y el viento se calmó; y ellos estaban asombrados en gran manera,
52porque no habían entendido lo de los panes, sino que su mente estaba embotada.
Jesús en Genesaret
53Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret, y atracaron.
54Cuando salieron de la barca, enseguida la gente reconoció a Jesús,
55y recorrieron apresuradamente toda aquella comarca, y comenzaron a traer a los enfermos en sus camillas adonde oían decir que Él estaba.
56Y dondequiera que Él entraba en aldeas, ciudades o campos, ponían a los enfermos en las plazas, y le rogaban que les permitiera tocar siquiera el borde de su manto; y todos los que lo tocaban quedaban curados.
Marcos 7
Lo que contamina al hombre
1Los fariseos, y algunos de los escribas que habían venido de Jerusalén, se reunieron alrededor de Él;
2y vieron que algunos de sus discípulos comían el pan con manos inmundas, es decir, sin lavar.
3(Porque los fariseos y todos los judíos no comen a menos de que se laven las manos cuidadosamente, observando así la tradición de los ancianos;
4y cuando vuelven de la plaza, no comen a menos de que se laven; y hay muchas otras cosas que han recibido para observarlas, como el lavamiento de los vasos, de los cántaros y de las vasijas de cobre.)
5Entonces los fariseos y los escribas le preguntaron: ¿Por qué tus discípulos no andan conforme a la tradición de los ancianos, sino que comen con manos inmundas?
6Y Él les dijo: Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito:
"ESTE PUEBLO CON LOS LABIOS ME HONRA,
PERO SU CORAZON ESTA MUY LEJOS DE MI.
7"MAS EN VANO ME RINDEN CULTO,
ENSEÑANDO COMO DOCTRINAS PRECEPTOS DE HOMBRES."
8Dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres.
9También les decía: Astutamente violáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición.
10Porque Moisés dijo: "HONRA A TU PADRE Y A TU MADRE"; y: "EL QUE HABLE MAL DE SU PADRE O DE SU MADRE, QUE MUERA;"
11pero vosotros decís: "Si un hombre dice al padre o a la madre: 'Cualquier cosa mía con que pudieras beneficiarte es corbán (es decir, ofrenda a Dios)'";
12ya no le dejáis hacer nada en favor de su padre o de su madre;
13invalidando así la palabra de Dios por vuestra tradición, la cual habéis transmitido, y hacéis muchas cosas semejantes a éstas.
14Y llamando de nuevo a la multitud, les decía: Escuchadme todos y entended:
15no hay nada fuera del hombre que al entrar en él pueda contaminarlo; sino que lo que sale de adentro del hombre es lo que contamina al hombre.
16Si alguno tiene oídos para oír, que oiga.
17Y cuando dejó a la multitud y entró en la casa, sus discípulos le preguntaron acerca de la parábola.
18Y El les dijo: ¿También vosotros sois tan faltos de entendimiento? ¿No comprendéis que todo lo que de afuera entra al hombre no le puede contaminar,
19porque no entra en su corazón, sino en el estómago, y se elimina? (Declarando así limpios todos los alimentos.)
20Y decía: Lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre.
21Porque de adentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, fornicaciones, robos, homicidios, adulterios,
22avaricias, maldades, engaños, sensualidad, envidia, calumnia, orgullo e insensatez.
23Todas estas maldades de adentro salen, y contaminan al hombre.
La mujer sirofenicia
24Levantándose de allí, se fue a la región de Tiro, y entrando en una casa, no quería que nadie lo supiera, pero no pudo pasar inadvertido;
25sino que enseguida, al oír hablar de Él, una mujer cuya hijita tenía un espíritu inmundo, fue y se postró a sus pies.
26La mujer era gentil, siriofenicia de nacimiento; y le rogaba que echara fuera de su hija al demonio.
27Y Él le decía: Deja que primero los hijos se sacien, pues no está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos.
28Pero ella respondió y le dijo: Es cierto, Señor; pero aun los perrillos debajo de la mesa comen las migajas de los hijos.
29Y Él le dijo: Por esta respuesta, vete; el demonio ha salido de tu hija.
30Cuando ella volvió a su casa, halló que la niña estaba acostada en la cama, y que el demonio había salido.
Curación de un sordomudo
31Volviendo a salir de la región de Tiro, pasó por Sidón y llegó al mar de Galilea, atravesando la región de Decápolis.
32Y le trajeron a uno que era sordo y que hablaba con dificultad, y le rogaron que pusiera la mano sobre él.
33Entonces Jesús, tomándolo aparte de la multitud, a solas, le metió los dedos en los oídos, y escupiendo, le tocó la lengua con la saliva;
34y levantando los ojos al cielo, suspiró profundamente y le dijo: ¡Effatá!, esto es: ¡Abrete!
35Y al instante se abrieron sus oídos, y desapareció el impedimento de su lengua, y hablaba con claridad.
36Y Jesús les ordenó que a nadie se lo dijeran; pero mientras más se lo ordenaba, tanto más ellos lo proclamaban.
37Y se asombraron en gran manera, diciendo: Todo lo ha hecho bien; aun a los sordos hace oír y a los mudos hablar.
Marcos 8
Alimentación de los cuatro mil
1En aquellos días, cuando de nuevo había una gran multitud que no tenía qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:
2Tengo compasión de la multitud porque hace ya tres días que están conmigo y no tienen qué comer;
3y si los despido sin comer a sus casas, desfallecerán en el camino, pues algunos de ellos han venido de lejos.
4Sus discípulos le respondieron: ¿Dónde podrá alguien encontrar lo suficiente para saciar de pan a éstos aquí en el desierto?
5Y Él les preguntó: ¿Cuántos panes tenéis? Y ellos respondieron: Siete.
6Entonces mandó a la multitud que se recostara en el suelo; y tomando los siete panes, después de dar gracias, los partió y los iba dando a sus discípulos para que los pusieran delante de la gente; y ellos los sirvieron a la multitud.
7También tenían unos pocos pececillos; y después de bendecirlos, mandó que éstos también los sirvieran.
8Todos comieron y se saciaron; y recogieron de lo que sobró de los pedazos, siete canastas.
9Los que comieron eran unos cuatro mil; y los despidió.
10Y subiendo enseguida a la barca con sus discípulos, fue a la región de Dalmanuta.
Los fariseos buscan señal
11Entonces salieron los fariseos y comenzaron a discutir con El, buscando de El una señal del cielo para ponerle a prueba.
12Suspirando profundamente en su espíritu, dijo: ¿Por qué pide señal esta generación? En verdad os digo que no se le dará señal a esta generación.
13Y dejándolos, se embarcó otra vez y se fue al otro lado.
La levadura de los fariseos
14Y se habían olvidado de tomar panes; y no tenían consigo en la barca sino sólo un pan.
15Y El les encargaba diciendo: ¡Tened cuidado! Guardaos de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes.
16Y ellos discutían entre sí que no tenían panes.
17Dándose cuenta Jesús, les dijo: ¿Por qué discutís que no tenéis pan? ¿Aún no comprendéis ni entendéis? ¿Tenéis el corazón endurecido?
18TENIENDO OJOS, ¿NO VEIS? Y TENIENDO OIDOS, ¿NO OIS? ¿No recordáis
19cuando partí los cinco panes entre los cinco mil? ¿Cuántas cestas llenas de pedazos recogisteis? Y ellos le dijeron: Doce.
20Y cuando partí los siete panes entre los cuatro mil, ¿cuántas canastas llenas de los pedazos recogisteis? Y ellos le dijeron: Siete.
21Y les dijo: ¿Aún no entendéis?
El ciego de Betsaida
22Llegaron a Betsaida, y le trajeron un ciego y le rogaron que lo tocara.
23Tomando de la mano al ciego, lo sacó fuera de la aldea; y después de escupir en sus ojos y de poner las manos sobre él, le preguntó: ¿Ves algo?
24Y levantando la vista, dijo: Veo a los hombres, pero los veo como árboles que caminan.
25Entonces Jesús puso otra vez las manos sobre sus ojos, y él miró fijamente y fue restaurado; y lo veía todo con claridad.
26Y lo envió a su casa diciendo: Ni aun en la aldea entres.
La confesión de Pedro
27Salió Jesús con sus discípulos a las aldeas de Cesarea de Filipo; y en el camino preguntó a sus discípulos, diciéndoles: ¿Quién dicen los hombres que soy yo?
28Y le respondieron, diciendo: Unos, Juan el Bautista; y otros Elías; pero otros, uno de los profetas.
29Él les preguntó de nuevo: Pero vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Pedro, le dijo: Tú eres el Cristo.
30Y Él les advirtió severamente que no hablaran de Él a nadie.
Jesús anuncia su muerte y resurrección
31Y comenzó a enseñarles que el Hijo del Hombre debía padecer muchas cosas, y ser rechazado por los ancianos, los principales sacerdotes y los escribas, y ser muerto, y después de tres días resucitar.
32Y les decía estas palabras claramente. Y Pedro le llevó aparte y comenzó a reprenderlo.
33Mas Él volviéndose y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro y le dijo: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!, porque no tienes en mente las cosas de Dios, sino las de los hombres.
Condiciones para seguir a Jesús
34Y llamando a la multitud y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz, y sígame.
35Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará.
36Pues, ¿de qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero y perder su alma?
37Pues ¿qué dará un hombre a cambio de su alma?
38Porque cualquiera que se averguence de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre también se avergonzará de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.
Marcos 9
1Y les decía: En verdad os digo que hay algunos de los que están aquí que no probarán la muerte hasta que vean el reino de Dios después de que haya venido con poder.
La transfiguración
2Seis días después, Jesús tomó consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan, y los llevó aparte, solos, a un monte alto; y se transfiguró delante de ellos;
3y sus vestiduras se volvieron resplandecientes, muy blancas, tal como ningún lavandero sobre la tierra las puede emblanquecer.
4Y se les apareció Elías junto con Moisés, y estaban hablando con Jesús.
5Entonces Pedro, interviniendo, dijo a Jesús: Rabí, bueno es estarnos aquí; hagamos tres enramadas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.
6Porque él no sabía qué decir, pues estaban aterrados.
7Entonces se formó una nube, cubriéndolos, y una voz salió de la nube: Éste es mi Hijo amado, a Él oíd.
8Y enseguida miraron en derredor, pero ya no vieron a nadie con ellos, sino a Jesús solo.
La venida de Elías
9Cuando bajaban del monte, les ordenó que no contaran a nadie lo que habían visto, hasta que el Hijo del Hombre resucitara de entre los muertos.
10Y se guardaron para sí lo dicho, discutiendo entre sí qué significaría resucitar de entre los muertos.
11Y le preguntaron, diciendo: ¿Por qué dicen los escribas que Elías debe venir primero?
12Y Él les dijo: Es cierto que Elías, al venir primero, restaurará todas las cosas. Y, sin embargo, ¿cómo está escrito del Hijo del Hombre que padezca mucho y sea despreciado?
13Pero yo os digo que Elías ya ha venido, y le hicieron cuanto quisieron, tal como está escrito de él.
Jesús sana a un muchacho endemoniado
14Cuando volvieron a los discípulos, vieron una gran multitud que les rodeaba, y a unos escribas que discutían con ellos.
15Enseguida, cuando toda la multitud vio a Jesús, quedó sorprendida, y corriendo hacia Él, le saludaban.
16Y Él les preguntó: ¿Qué discutís con ellos?
17Y uno de la multitud le respondió: Maestro, te traje a mi hijo que tiene un espíritu mudo,
18y siempre que se apodera de él, lo derriba, y echa espumarajos, cruje los dientes y se va consumiendo. Y dije a tus discípulos que lo expulsaran, pero no pudieron.
19Respondiéndoles Jesús, dijo: ¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo os tendré que soportar? ¡Traédmelo!
20Y se lo trajeron. Y cuando el espíritu vio a Jesús, al instante sacudió con violencia al muchacho, y éste, cayendo a tierra, se revolcaba echando espumarajos.
21Jesús preguntó al padre: ¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto? Y él respondió: Desde su niñez.
22Y muchas veces lo ha echado en el fuego y también en el agua para destruirlo. Pero si tú puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros y ayúdanos.
23Jesús le dijo: "¿Cómo si tú puedes?" Todas las cosas son posibles para el que cree.
24Al instante el padre del muchacho gritó y dijo: Creo; ayúdame en mi incredulidad.
25Cuando Jesús vio que se agolpaba una multitud, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te ordeno: Sal de él y no vuelvas a entrar en él.
26Y después de gritar y de sacudirlo con terribles convulsiones, salió: y el muchacho quedó como muerto, tanto, que la mayoría de ellos decían: ¡Está muerto!
27Pero Jesús, tomándolo de la mano, lo levantó, y él se puso en pie.
28Cuando entró Jesús en la casa, sus discípulos le preguntaban en privado: ¿Por qué nosotros no pudimos echarlo fuera?
29Y Él les dijo: Esta clase con nada puede salir, sino con oración.
Jesús anuncia otra vez su muerte
30Saliendo de allí, iban pasando por Galilea, y Él no quería que nadie lo supiera.
31Porque enseñaba a sus discípulos, y les decía: El Hijo del Hombre será entregado en manos de los hombres y le matarán; y después de muerto, a los tres días resucitará.
32Pero ellos no entendían lo que decía, y tenían miedo de preguntarle.
El mayor en el reino de los cielos
33Y llegaron a Capernaúm; y estando ya en la casa, les preguntaba: ¿Qué discutíais por el camino?
34Pero ellos guardaron silencio, porque en el camino habían discutido entre sí quién de ellos era el mayor.
35Sentándose, llamó a los doce y les dijo: Si alguno desea ser el primero, será el último de todos y el servidor de todos.
36Y tomando a un niño, lo puso en medio de ellos; y tomándolo en sus brazos les dijo:
37El que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, no me recibe a mí, sino a aquel que me envió.
Recompensas y advertencias
38Juan le dijo: Maestro, vimos a uno echando fuera demonios en tu nombre, y tratamos de impedírselo, porque no nos seguía.
39Pero Jesús dijo: No se lo impidáis, porque no hay nadie que haga un milagro en mi nombre, y que pueda enseguida hablar mal de mí.
40Pues el que no está contra nosotros, por nosotros está.
41Porque cualquiera que os dé de beber un vaso de agua, por razón de vuestro nombre, ya que sois seguidores de Cristo, en verdad os digo que no perderá su recompensa.
42Y cualquiera que haga tropezar a uno de estos pequeñitos que creen en mí, mejor le fuera si le hubieran atado al cuello una piedra de molino de las que mueve un asno, y lo hubieran echado al mar.
43Y si tu mano te es ocasión de pecar, córtala; te es mejor entrar en la vida manco, que teniendo las dos manos ir al infierno, al fuego inextinguible,
44donde el gusano de ellos no muere, y el fuego no se apaga.
45Y si tu pie te es ocasión de pecar, córtalo; te es mejor entrar cojo a la vida, que teniendo los dos pies ser echado al infierno,
46donde el gusano de ellos no muere, y el fuego no se apaga.
47Y si tu ojo te es ocasión de pecar, sácatelo; te es mejor entrar al reino de Dios con un solo ojo, que teniendo dos ojos ser echado al infierno,
48donde el gusano de ellos no muere, y el fuego no se apaga.
49Porque todos serán salados con fuego.
50La sal es buena; pero si la sal se vuelve insípida, ¿con qué la sazonaréis? Tened sal en vosotros y estad en paz los unos con los otros.
Marcos 10
Jesús en Judea
1Levantándose de allí, Jesús se fue a la región de Judea y al otro lado del Jordán; y se reunieron* de nuevo las multitudes junto a Él, y una vez más, como acostumbraba, les enseñaba.
Enseñanza de Jesús sobre el divorcio
2Y se le acercaron algunos fariseos, y para ponerle a prueba, le preguntaban si era lícito a un hombre divorciarse de su mujer.
3Y respondiendo Él, les dijo: ¿Qué os mandó Moisés?
4Y ellos dijeron: Moisés permitió al hombre escribir CARTA DE DIVORCIO Y REPUDIARLA .
5Pero Jesús les dijo: Por la dureza de vuestro corazón os escribió este mandamiento.
6Pero desde el principio de la creación, Dios LOS HIZO VARON Y HEMBRA.
7POR ESTA RAZON EL HOMBRE DEJARA A SU PADRE Y A SU MADRE,
8Y LOS DOS SERAN UNA SOLA CARNE; por consiguiente, ya no son dos, sino una sola carne.
9Por tanto, lo que Dios ha unido, ningún hombre lo separe.
10Y ya en la casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre esto.
11Y Él les dijo: Cualquiera que se divorcie de su mujer y se case con otra, comete adulterio contra ella;
12y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio.
Jesús bendice a los niños
13Y le traían niños para que los tocara; y los discípulos los reprendieron.
14Pero cuando Jesús vio esto, se indignó y les dijo: Dejad que los niños vengan a mí; no se lo impidáis, porque de los que son como éstos es el reino de Dios.
15En verdad os digo: el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él.
16Y tomándolos en sus brazos, los bendecía, poniendo las manos sobre ellos.
El joven rico
17Cuando salía para seguir su camino, vino uno corriendo, y arrodillándose delante de Él, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?
18Y Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, sino sólo uno, Dios.
19Tú sabes los mandamientos: "NO MATES, NO COMETAS ADULTERIO, NO HURTES, NO DES FALSO TESTIMONIO, NO DEFRAUDES, HONRA A TU PADRE Y A TU MADRE".
20Y él le dijo: Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud.
21Jesús, mirándolo, lo amó y le dijo: Una cosa te falta: ve y vende cuanto tienes y da a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme.
22Pero él, afligido por estas palabras, se fue triste, porque era dueño de muchos bienes.
Peligro de las riquezas
23Jesús, mirando en derredor, dijo a sus discípulos: ¡Qué difícil será para los que tienen riquezas entrar en el reino de Dios!
24Y los discípulos se asombraron de sus palabras. Pero Jesús respondiendo de nuevo, les dijo: Hijos, ¡qué difícil es entrar en el reino de Dios!
25Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el reino de Dios.
26Ellos se asombraron aún más, diciendo entre sí: ¿Y quién podrá salvarse?
27Mirándolos Jesús, dijo: Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque todas las cosas son posibles para Dios.
28Entonces Pedro comenzó a decirle: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.
29Jesús dijo: En verdad os digo: No hay nadie que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o madre, o padre, o hijos o tierras por causa de mí y por causa del evangelio,
30que no reciba cien veces más ahora en este tiempo: casas, y hermanos, y hermanas, y madres, e hijos, y tierras junto con persecuciones; y en el siglo venidero, la vida eterna.
31Pero muchos primeros serán últimos, y los últimos, primeros.
Jesús anuncia su muerte por tercera vez
32E iban por el camino subiendo a Jerusalén, y Jesús iba delante de ellos; y estaban perplejos, y los que le seguían tenían miedo. Y tomando aparte de nuevo a los doce, comenzó a decirles lo que le iba a suceder:
33He aquí, subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte y le entregarán a los gentiles.
34Y se burlarán de Él y le escupirán, le azotarán y le matarán, y tres días después resucitará.
Petición de Jacobo y Juan
35Y se le acercaron Jacobo y Juan, los dos hijos de Zebedeo, diciéndole: Maestro, queremos que hagas por nosotros lo que te pidamos.
36Y El les dijo: ¿Qué queréis que haga por vosotros?
37Ellos le dijeron: Concédenos que en tu gloria nos sentemos uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.
38Pero Jesús les dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo bebo, o ser bautizados con el bautismo con que soy bautizado?
39Y ellos le dijeron: Podemos. Y Jesús les dijo: La copa que yo bebo, beberéis; y seréis bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado.
40Pero el que os sentéis a mi derecha o a mi izquierda, no es mío el concederlo, sino que es para quienes ha sido preparado.
41Al oír esto, los diez comenzaron a indignarse contra Jacobo y Juan.
42Y llamándolos junto a sí, Jesús les dijo: Sabéis que los que son reconocidos como gobernantes de los gentiles se enseñorean de ellos, y que sus grandes ejercen autoridad sobre ellos.
43Pero entre vosotros no es así, sino que cualquiera de vosotros que desee llegar a ser grande será vuestro servidor,
44y cualquiera de vosotros que desee ser el primero será siervo de todos.
45Porque ni aun el Hijo del Hombre vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.
El ciego Bartimeo es sanado
46Entonces llegaron a Jericó. Y cuando salía de Jericó con sus discípulos y una gran multitud, un mendigo ciego llamado Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino.
47Y cuando oyó que era Jesús el Nazareno, comenzó a gritar y a decir: ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!
48Y muchos lo reprendían para que se callara, pero él gritaba mucho más: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí!
49Y Jesús se detuvo y dijo: Llamadle. Y llamaron al ciego, diciéndole: ¡Anímate! Levántate, que te llama.
50Y arrojando su manto, se levantó de un salto y fue a Jesús.
51Y dirigiéndose a él, Jesús le dijo: ¿Qué deseas que haga por ti? Y el ciego le respondió: Raboní, que recobre la vista.
52Y Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha sanado. Y al instante recobró la vista, y le seguía por el camino.
Marcos 11
La entrada triunfal
1Cuando se acercaban a Jerusalén, por Betfagé y Betania, cerca del monte de los Olivos, envió a dos de sus discípulos,
2y les dijo: Id a la aldea enfrente de vosotros, y tan pronto como entréis en ella, encontraréis un pollino atado en el cual nadie se ha montado todavía; desatadlo y traedlo.
3Y si alguien os dice: "¿Por qué hacéis eso?" decid: "El Señor lo necesita"; y enseguida lo devolverá acá.
4Ellos fueron y encontraron un pollino atado junto a la puerta, afuera en la calle, y lo desataron.
5Y algunos de los que estaban allí les dijeron: ¿Qué hacéis desatando el pollino?
6Ellos les respondieron tal como Jesús les había dicho, y les dieron permiso.
7Entonces trajeron el pollino a Jesús y echaron encima sus mantos, y Jesús se sentó sobre él.
8Y muchos tendieron sus mantos en el camino, y otros tendieron ramas que habían cortado de los campos.
9Los que iban delante y los que le seguían, gritaban:
¡Hosanna!
BENDITO EL QUE VIENE EN EL NOMBRE DEL SEÑOR;
10Bendito el reino de nuestro padre David que viene;
¡Hosanna en las alturas!
11Y entró en Jerusalén, llegó al templo, y después de mirar todo a su alrededor, salió para Betania con los doce, siendo ya avanzada la hora.
La higuera estéril
12Al día siguiente, cuando salieron de Betania, Jesús tuvo hambre.
13Y viendo de lejos una higuera con hojas, fue a ver si quizá pudiera hallar algo en ella; cuando llegó a ella, no encontró más que hojas, porque no era tiempo de higos.
14Y Jesús, hablando a la higuera, le dijo: Nunca jamás coma nadie fruto de ti. Y sus discípulos le estaban escuchando.
Jesús echa a los mercaderes del templo
15Llegaron a Jerusalén; y entrando Jesús en el templo comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban en el templo, volcó las mesas de los cambistas y los asientos de los que vendían las palomas;
16y no permitía que nadie transportara objeto alguno a través del templo.
17Y les enseñaba, diciendo: ¿No está escrito: "MI CASA SERA LLAMADA CASA DE ORACION PARA TODAS LAS NACIONES"? Pero vosotros la habéis hecho CUEVA DE LADRONES.
18Los principales sacerdotes y los escribas oyeron esto y buscaban cómo destruirle, porque le tenían miedo, pues toda la multitud estaba admirada de su enseñanza.
19Y cuando atardecía, solían salir fuera de la ciudad.
El poder de la fe
20Por la mañana, cuando pasaban, vieron la higuera seca desde las raíces.
21Entonces Pedro, acordándose, le dijo: Rabí, mira, la higuera que maldijiste se ha secado.
22Y Jesús respondió, diciéndoles: Tened fe en Dios.
23En verdad os digo que cualquiera que diga a este monte: "Quítate y arrójate al mar", y no dude en su corazón, sino crea que lo que dice va a suceder, le será concedido.
24Por eso os digo que todas las cosas por las que oréis y pidáis, creed que ya las habéis recibido, y os serán concedidas .
25Y cuando estéis orando, perdonad si tenéis algo contra alguien, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone vuestras transgresiones.
26Pero si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos perdonará vuestras transgresiones.
La autoridad de Jesús puesta en duda
27Llegaron de nuevo a Jerusalén; y cuando Jesús andaba por el templo, se le acercaron los principales sacerdotes, los escribas y los ancianos,
28y le dijeron: ¿Con qué autoridad haces estas cosas, o quién te dio la autoridad para hacer esto?
29Y Jesús les dijo: Yo también os haré una pregunta; respondédmela, y entonces os diré con qué autoridad hago estas cosas.
30El bautismo de Juan, ¿era del cielo o de los hombres? Respondedme.
31Y ellos discurrían entre sí, diciendo: Si decimos: "Del cielo", El dirá: "Entonces, ¿por qué no le creísteis?"
32¿Mas si decimos: "De los hombres"? Pero temían a la multitud, porque todos consideraban que Juan verdaderamente había sido un profeta.
33Y respondiendo a Jesús, dijeron: No sabemos. Y Jesús les dijo: Tampoco yo os diré con qué autoridad hago estas cosas.
Marcos 12
Parábola de los labradores malvados
1Entonces comenzó a hablarles en parábolas: Un hombre plantó una viña y la cercó con un muro, cavó un estanque debajo del lagar y edificó una torre; la arrendó a labradores y se fue de viaje.
2Al tiempo de la vendimia envió un siervo a los labradores para recibir de los labradores su parte de los frutos de la viña.
3Pero ellos, echándole mano, lo golpearon y lo enviaron con las manos vacías.
4De nuevo les mandó otro siervo, y a él lo hirieron en la cabeza y lo trataron vergonzosamente.
5Y envió a otro y a éste lo mataron; y así con otros muchos, golpeando a unos y matando a otros.
6Todavía le quedaba uno, un hijo amado; y les envió a este último, diciendo: "Respetarán a mi hijo."
7Pero aquellos labradores se dijeron entre sí: "Este es el heredero; ¡venid, matémosle, y la heredad será nuestra!"
8Y echándole mano, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña.
9¿Qué hará, entonces, el dueño de la viña? Vendrá y destruirá a los labradores, y dará la viña a otros.
10¿Ni aun esta Escritura habéis leído:
"LA PIEDRA QUE DESECHARON LOS CONSTRUCTORES,
ESA, EN PIEDRA ANGULAR SE HA CONVERTIDO;
11ESTO FUE HECHO DE PARTE DEL SEÑOR,
Y ES MARAVILLOSO A NUESTROS OJOS"?
12Y procuraban prenderle, pero temían a la multitud, porque comprendieron que contra ellos había dicho la parábola. Y dejándole, se fueron.
El pago del impuesto al César
13Y le enviaron algunos de los fariseos y de los herodianos para sorprenderle en alguna palabra.
14Y cuando ellos llegaron, le dijeron: Maestro, sabemos que eres veraz y que no buscas el favor de nadie, porque eres imparcial, y enseñas el camino de Dios con verdad. ¿Es lícito pagar impuesto al César, o no?
15¿Pagaremos o no pagaremos? Pero Él, dándose cuenta de su hipocresía, les dijo: ¿Por qué me estáis poniendo a prueba? Traedme un denario para verlo.
16Se lo trajeron, y Él les dijo: ¿De quién es esta imagen y la inscripción? Y ellos le dijeron: Del César.
17Entonces Jesús les dijo: Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios. Y se maravillaban de Él.
Pregunta sobre la resurrección
18Y algunos saduceos (los que dicen que no hay resurrección) se le acercaron, y le preguntaban, diciendo:
19Maestro, Moisés nos dejó escrito: SI EL HERMANO DE ALGUNO MUERE y deja mujer Y NO DEJA HIJO, que SU HERMANO TOME LA MUJER Y LEVANTE DESCENDENCIA A SU HERMANO.
20Hubo siete hermanos; y el primero tomó esposa, y murió sin dejar descendencia.
21Y el segundo la tomó, y murió sin dejar descendencia; y asimismo el tercero;
22y así los siete, sin dejar descendencia. Y por último murió también la mujer.
23En la resurrección, cuando resuciten, ¿de cuál de ellos será mujer? Pues los siete la tuvieron por mujer.
24Jesús les dijo: ¿No es ésta la razón por la que estáis equivocados: que no entendéis las Escrituras ni el poder de Dios?
25Porque cuando resuciten de entre los muertos, ni se casarán ni serán dados en matrimonio, sino que serán como los ángeles en los cielos.
26Y en cuanto a que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, en el pasaje sobre la zarza ardiendo, cómo Dios le habló, diciendo: "YO SOY EL DIOS DE ABRAHAM, Y EL DIOS DE ISAAC, Y EL DIOS DE JACOB"?
27El no es Dios de muertos, sino de vivos; vosotros estáis muy equivocados.
El mandamiento supremo
28Cuando uno de los escribas se acercó, los oyó discutir, y reconociendo que les había contestado bien, le preguntó: ¿Cuál mandamiento es el más importante de todos?
29Jesús respondió: El más importante es: "ESCUCHA, ISRAEL; EL SEÑOR NUESTRO DIOS, EL SEÑOR UNO ES;
30Y AMARAS AL SEÑOR TU DIOS CON TODO TU CORAZON, Y CON TODA TU ALMA, Y CON TODA TU MENTE, Y CON TODA TU FUERZA."
31El segundo es éste: "AMARAS A TU PROJIMO COMO A TI MISMO." No hay otro mandamiento mayor que éstos.
32Y el escriba le dijo: Muy bien, Maestro; con verdad has dicho que ÉL ES UNO, Y NO HAY OTRO ADEMAS DE ÉL;
33Y QUE AMARLE CON TODO EL CORAZON Y CON TODO EL ENTENDIMIENTO Y CON TODAS LAS FUERZAS, Y AMAR AL PROJIMO COMO A UNO MISMO, es más que todos los holocaustos y los sacrificios.
34Viendo Jesús que él había respondido sabiamente, le dijo: No estás lejos del reino de Dios. Y después de eso, nadie se aventuraba a hacerle más preguntas.
Jesús, Hijo y Señor de David
35Y tomando la palabra, Jesús decía mientras enseñaba en el templo: ¿Por qué dicen los escribas que el Cristo es hijo de David?
36David mismo dijo por el Espíritu Santo:
"EL SEÑOR DIJO A MI SEÑOR:
'SIENTATE A MI DIESTRA,
HASTA QUE PONGA A TUS ENEMIGOS DEBAJO DE TUS PIES.'"
37David mismo le llama "Señor." ¿En qué sentido es, pues, su hijo? Y la gran multitud le escuchaba con gusto.
Advertencia contra los escribas
38Y en su enseñanza les decía: Cuidaos de los escribas, a quienes les gusta andar con vestiduras largas, y aman los saludos respetuosos en las plazas,
39los primeros asientos en las sinagogas y los lugares de honor en los banquetes;
40que devoran las casas de las viudas, y por las apariencias hacen largas oraciones; éstos recibirán mayor condenación.
La ofrenda de la viuda
41Jesús se sentó frente al arca del tesoro, y observaba cómo la multitud echaba dinero en el arca del tesoro; y muchos ricos echaban grandes cantidades.
42Y llegó una viuda pobre y echó dos pequeñas monedas de cobre, o sea, un cuadrante.
43Y llamando a sus discípulos, les dijo: En verdad os digo, que esta viuda pobre echó más que todos los contribuyentes al tesoro;
44porque todos ellos echaron de lo que les sobra, pero ella, de su pobreza echó todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir.
Marcos 13
Profecía sobre la destrucción del templo
1Cuando salía del templo, uno de sus discípulos le dijo: Maestro, ¡mira qué piedras y qué edificios!
2Y Jesús le dijo: ¿Ves estos grandes edificios? No quedará piedra sobre piedra que no sea derribada.
Señales antes del fin
3Y estando Él sentado en el monte de los Olivos, frente al templo, Pedro, Jacobo, Juan y Andrés le preguntaban en privado:
4Dinos, ¿cuándo sucederá esto, y qué señal habrá cuando todas estas cosas se hayan de cumplir?
5Y Jesús comenzó a decirles: Mirad que nadie os engañe.
6Muchos vendrán en mi nombre diciendo: "Yo soy el Cristo", y engañarán a muchos.
7Y cuando oigáis de guerras y de rumores de guerras, no os alarméis; es necesario que todo esto suceda, pero todavía no es el fin.
8Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá terremotos en diversos lugares; y habrá hambres. Esto sólo es el comienzo de dolores.
9Pero estad alerta; porque os entregarán a los tribunales y seréis azotados en las sinagogas, y compareceréis delante de gobernadores y reyes por mi causa, para testimonio a ellos.
10Pero primero el evangelio debe ser predicado a todas las naciones.
11Y cuando os lleven y os entreguen, no os preocupéis de antemano por lo que vais a decir, sino que lo que os sea dado en aquella hora, eso hablad; porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo.
12Y el hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo; y los hijos se levantarán contra los padres, y les causarán la muerte.
13Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre, pero el que persevere hasta el fin, ése será salvo.
La abominación de la desolación
14Mas cuando veáis la ABOMINACION DE LA DESOLACION puesta donde no debe estar (el que lea, que entienda), entonces los que estén en Judea huyan a los montes;
15y el que esté en la azotea, no baje ni entre a sacar nada de su casa;
16y el que esté en el campo, no vuelva atrás a tomar su capa.
17Pero, ¡ay de las que estén encinta y de las que estén criando en aquellos días!
18Orad para que esto no suceda en el invierno.
19Porque aquellos días serán de tribulación, tal como no ha acontecido desde el principio de la creación que hizo Dios hasta ahora, ni acontecerá jamás.
20Y si el Señor no hubiera acortado aquellos días, nadie se salvaría; pero por causa de los escogidos que Él eligió, acortó los días.
21Entonces, si alguno os dice: "Mirad, aquí está el Cristo", o: "Mirad, allí está", no le creáis.
22Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y mostrarán señales y prodigios a fin de extraviar, de ser posible, a los escogidos.
23Mas vosotros, estad alerta; ved que os lo he dicho todo de antemano.
La venida del Hijo del Hombre
24Pero en aquellos días, después de esa tribulación, EL SOL SE OSCURECERA Y LA LUNA NO DARA SU LUZ,
25LAS ESTRELLAS IRAN CAYENDO del cielo y las potencias que están en los cielos serán sacudidas.
26Entonces verán AL HIJO DEL HOMBRE QUE VIENE EN LAS NUBES con gran poder y gloria.
27Y entonces enviará a los ángeles, y reunirá a sus escogidos de los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo.
Parábola de la higuera
28De la higuera aprended la parábola: cuando su rama ya se pone tierna y echa las hojas, sabéis que el verano está cerca.
29Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que Él está cerca, a las puertas.
30En verdad os digo que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda.
31El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán.
32Pero de aquel día o de aquella hora nadie sabe, ni siquiera los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre.
Exhortación a velar
33Estad alerta, velad; porque no sabéis cuándo es el tiempo señalado.
34Es como un hombre que se fue de viaje, y al salir de su casa dejó a sus siervos encargados, asignándole a cada uno su tarea, y ordenó al portero que estuviera alerta.
35Por tanto, velad, porque no sabéis cuándo viene el señor de la casa, si al atardecer, o a la medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer;
36no sea que venga de repente y os halle dormidos.
37Y lo que a vosotros digo, a todos lo digo: ¡Velad!
Marcos 14
Complot para prender y matar a Jesús
1Faltaban dos días para la Pascua y para la fiesta de los panes sin levadura; y los principales sacerdotes y los escribas buscaban cómo prenderle con engaño y matarle ;
2porque decían: No durante la fiesta, no sea que haya un tumulto del pueblo.
Jesús ungido en Betania
3Y estando Él en Betania, sentado a la mesa en casa de Simón el leproso, vino una mujer con un frasco de alabastro de perfume muy costoso de nardo puro; y rompió el frasco y lo derramó sobre la cabeza de Jesús.
4Pero algunos estaban indignados y se decían unos a otros: ¿Para qué se ha hecho este desperdicio de perfume?
5Porque este perfume podía haberse vendido por más de trescientos denarios, y dado el dinero a los pobres. Y la reprendían.
6Pero Jesús dijo: Dejadla; ¿por qué la molestáis? Buena obra ha hecho conmigo.
7Porque a los pobres siempre los tendréis con vosotros; y cuando queráis les podréis hacer bien; pero a mí no siempre me tendréis.
8Ella ha hecho lo que ha podido; se ha anticipado a ungir mi cuerpo para la sepultura.
9Y en verdad os digo: Dondequiera que el evangelio se predique en el mundo entero, también se hablará de lo que ésta ha hecho, para memoria suya.
Traición de Judas
10Entonces Judas Iscariote, que era uno de los doce, fue a los principales sacerdotes para entregarles a Jesús.
11Cuando ellos lo oyeron, se alegraron y prometieron darle dinero. Y él buscaba cómo entregarle en un momento oportuno.
Preparación de la Pascua
12El primer día de la fiesta de los panes sin levadura, cuando se sacrificaba el cordero de la Pascua, sus discípulos le dijeron: ¿Dónde quieres que vayamos y hagamos los preparativos para que comas la Pascua?
13Y envió a dos de sus discípulos, y les dijo: Id a la ciudad, y allí os saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle;
14y donde él entre, decid al dueño de la casa: "El Maestro dice: '¿Dónde está mi habitación en la que pueda comer la Pascua con mis discípulos?'"
15Y él os mostrará un gran aposento alto, amueblado y preparado; haced los preparativos para nosotros allí.
16Salieron, pues, los discípulos y llegaron a la ciudad, y encontraron todo tal como El les había dicho; y prepararon la Pascua.
Jesús identifica al traidor
17Al atardecer llegó Él con los doce.
18Y estando sentados a la mesa comiendo, Jesús dijo: En verdad os digo que uno de vosotros me entregará; el que come conmigo.
19Ellos comenzaron a entristecerse y a decirle uno por uno: ¿Acaso soy yo?
20Y Él les dijo: Es uno de los doce, el que moja conmigo en el plato.
21Porque el Hijo del Hombre se va tal y como está escrito de El; pero ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Mejor le fuera a ese hombre no haber nacido.
Institución de la Cena del Señor
22Y mientras comían, tomó pan, y habiéndolo bendecido lo partió, se lo dio a ellos, y dijo: Tomad, esto es mi cuerpo.
23Y tomando una copa, después de dar gracias, se la dio a ellos, y todos bebieron de ella.
24Y les dijo: Esto es mi sangre del nuevo pacto, que es derramada por muchos.
25En verdad os digo: Ya no beberé más del fruto de la vid hasta aquel día cuando lo beba nuevo en el reino de Dios.
26Después de cantar un himno, salieron para el monte de los Olivos.
Jesús predice la negación de Pedro
27Y Jesús les dijo: Todos vosotros os apartaréis, porque escrito está: "HERIRE AL PASTOR, Y LAS OVEJAS SE DISPERSARAN."
28Pero después de que yo haya resucitado, iré delante de vosotros a Galilea.
29Entonces Pedro le dijo: Aunque todos se aparten, yo, sin embargo, no lo haré.
30Y Jesús le dijo: En verdad te digo que tú, hoy, esta misma noche, antes que el gallo cante dos veces, me negarás tres veces.
31Pero Pedro con insistencia repetía: Aunque tenga que morir contigo, no te negaré. Y todos decían también lo mismo.
Jesús en Getsemaní
32Y llegaron a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí hasta que yo haya orado.
33Y tomó consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan, y comenzó a afligirse y a angustiarse mucho.
34Y les dijo: Mi alma está muy afligida, hasta el punto de la muerte; quedaos aquí y velad.
35Adelantándose un poco, se postró en tierra y oraba que si fuera posible, pasara de El aquella hora.
36Y decía: ¡Abba, Padre! Para ti todas las cosas son posibles; aparta de mí esta copa, pero no sea lo que yo quiero, sino lo que tú quieras .
37Entonces vino y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: Simón, ¿duermes? ¿No pudiste velar ni por una hora?
38Velad y orad para que no entréis en tentación; el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil.
39Se fue otra vez y oró, diciendo las mismas palabras.
40Y vino de nuevo y los halló durmiendo, porque sus ojos estaban muy cargados de sueño; y no sabían qué responderle.
41Vino por tercera vez, y les dijo*: ¿Todavía estáis durmiendo y descansando? Basta ya; ha llegado la hora; he aquí, el Hijo del Hombre es entregado en manos de los pecadores.
42Levantaos, vámonos; mirad, está cerca el que me entrega.
Arresto de Jesús
43En ese momento, mientras todavía estaba El hablando, llegó Judas, uno de los doce, acompañado de una multitud con espadas y garrotes, de parte de los principales sacerdotes, de los escribas y de los ancianos.
44Y el que le entregaba les había dado una señal, diciendo: Al que yo bese, ése es; prendedle y llevadle con seguridad.
45Y habiendo llegado, inmediatamente se acercó a El diciendo: ¡Rabí! Y le besó.
46Entonces ellos le echaron mano y le prendieron.
47Pero uno de los que estaban allí, sacando la espada, hirió al siervo del sumo sacerdote y le cortó la oreja.
48Y dirigiéndose Jesús a ellos, les dijo: ¿Habéis salido con espadas y garrotes para arrestarme como contra un ladrón?
49Cada día estaba con vosotros en el templo enseñando, y no me prendisteis; pero esto ha sucedido para que se cumplan las Escrituras.
50Y abandonándole, huyeron todos.
Un joven sigue a Jesús
51Cierto joven le seguía, vestido sólo con una sábana sobre su cuerpo desnudo; y lo prendieron;
52pero él, dejando la sábana, escapó desnudo.
Jesús ante el concilio
53Y llevaron a Jesús al sumo sacerdote; y se reunieron todos los principales sacerdotes, los ancianos y los escribas.
54Pedro le siguió de lejos hasta dentro del patio del sumo sacerdote; estaba sentado con los alguaciles, calentándose al fuego.
55Y los principales sacerdotes y todo el concilio, procuraban obtener testimonio contra Jesús para darle muerte, pero no lo hallaban.
56Porque muchos daban falso testimonio contra Él, pero sus testimonios no coincidían.
57Y algunos, levantándose, daban falso testimonio contra Él, diciendo:
58Nosotros le oímos decir: "Yo destruiré este templo hecho por manos, y en tres días edificaré otro no hecho por manos."
59Y ni siquiera en esto coincidía el testimonio de ellos.
60Entonces el sumo sacerdote levantándose, se puso en medio y preguntó a Jesús, diciendo: ¿No respondes nada? ¿Qué testifican éstos contra ti?
61Mas Él callaba y nada respondía. Le volvió a preguntar el sumo sacerdote, diciéndole: ¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?
62Jesús dijo: Yo soy; y veréis al HIJO DEL HOMBRE SENTADO A LA DIESTRA DEL PODER y VINIENDO CON LAS NUBES DEL CIELO.
63Entonces el sumo sacerdote, rasgando sus ropas, dijo: ¿Qué necesidad tenemos de más testigos?
64Habéis oído la blasfemia; ¿qué os parece? Y todos le condenaron, diciendo que era reo de muerte.
65Y comenzaron algunos a escupirle, a cubrirle el rostro y a darle de puñetazos, y a decirle: ¡Profetiza! Y los alguaciles le recibieron a bofetadas.
La negación de Pedro
66Estando Pedro abajo en el patio, llegó una de las sirvientas del sumo sacerdote,
67y al ver a Pedro calentándose, lo miró y dijo: Tú también estabas con Jesús el Nazareno.
68Pero él lo negó, diciendo: Ni sé, ni entiendo de qué hablas. Y salió al portal, y un gallo cantó.
69Cuando la sirvienta lo vio, de nuevo comenzó a decir a los que estaban allí: Este es uno de ellos.
70Pero él lo negó otra vez. Y poco después los que estaban allí volvieron a decirle a Pedro: Seguro que tú eres uno de ellos, pues también eres galileo.
71Pero él comenzó a maldecir y a jurar: ¡Yo no conozco a este hombre de quien habláis!
72Al instante un gallo cantó por segunda vez. Entonces Pedro recordó lo que Jesús le había dicho: Antes que el gallo cante dos veces, me negarás tres veces. Y se echó a llorar.
Marcos 15
Jesús ante Pilato
1Muy de mañana, los principales sacerdotes prepararon enseguida una reunión con los ancianos, los escribas y todo el concilio; y atando a Jesús, le llevaron y le entregaron a Pilato.
2Pilato le preguntó: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Respondiendo Él, le dijo: Tú lo dices.
3Y los principales sacerdotes le acusaban de muchas cosas.
4De nuevo Pilato le preguntó, diciendo: ¿No respondes nada? Mira de cuántas cosas te acusan.
5Pero Jesús no respondió nada más; de modo que Pilato estaba asombrado.
Jesús o Barrabás
6Ahora bien, en cada fiesta él acostumbraba soltarles un preso, el que ellos pidieran.
7Y uno llamado Barrabás había sido encarcelado con los sediciosos que habían cometido homicidio en la insurrección.
8Y subiendo la multitud, comenzó a pedirle que hiciera como siempre les había hecho.
9Entonces Pilato les contestó, diciendo: ¿Queréis que os suelte al Rey de los judíos?
10Porque sabía que los principales sacerdotes le habían entregado por envidia.
11Pero los principales sacerdotes incitaron a la multitud para que le pidiera que en vez de Jesús les soltara a Barrabás.
12Y Pilato, tomando de nuevo la palabra, les decía: ¿Qué haré, entonces, con el que llamáis el Rey de los judíos?
13Ellos le respondieron a gritos: ¡Crucifícale!
14Y Pilato les decía: ¿Por qué? ¿Qué mal ha hecho? Y ellos gritaban aún más: ¡Crucifícale!
15Pilato, queriendo complacer a la multitud, les soltó a Barrabás; y después de hacer azotar a Jesús, le entregó para que fuera crucificado.
Los soldados se mofan de Jesús
16Entonces los soldados le llevaron dentro del palacio, es decir, al Pretorio, y convocaron a toda la cohorte romana .
17Le vistieron de púrpura, y después de tejer una corona de espinas, se la pusieron;
18y comenzaron a vitorearle: ¡Salve, Rey de los judíos!
19Le golpeaban la cabeza con una caña y le escupían, y poniéndose de rodillas le hacían reverencias.
20Y después de haberse burlado de Él, le quitaron la púrpura, le pusieron sus ropas y le sacaron para crucificarle.
21Y obligaron a uno que pasaba y que venía del campo, Simón de Cirene, el padre de Alejandro y Rufo, a que llevara la cruz de Jesús.
La crucifixión
22Le llevaron al lugar llamado Gólgota, que traducido significa: Lugar de la Calavera.
23Y trataron de darle vino mezclado con mirra, pero El no lo tomó.
24Cuando le crucificaron, SE REPARTIERON SUS VESTIDOS, ECHANDO SUERTES SOBRE ELLOS para decidir lo que cada uno tomaría.
25Era la hora tercera cuando LE CRUCIFICARON.
26Y la inscripción de la acusación contra Él decía: EL REY DE LOS JUDIOS.
27Crucificaron con Él a dos ladrones; uno a su derecha y otro a su izquierda.
28Y se cumplió la Escritura que dice: Y CON LOS TRANSGRESORES FUÉ CONTADO.
29Y los que pasaban le injuriaban, meneando la cabeza y diciendo: ¡Bah! Tú que destruyes el templo y en tres días lo reedificas,
30¡sálvate a ti mismo descendiendo de la cruz!
31De igual manera, también los principales sacerdotes junto con los escribas, burlándose de Él entre ellos, decían: A otros salvó, a sí mismo no puede salvarse.
32Que este Cristo, el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, para que veamos y creamos. Y los que estaban crucificados con Él también le insultaban.
Muerte de Jesús
33Cuando llegó la hora sexta hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora novena.
34Y a la hora novena Jesús exclamó con fuerte voz: ELOI, ELOI, ¿LEMA SABACTANI?, que traducido significa, DIOS MIO, DIOS MIO, ¿POR QUE ME HAS ABANDONADO?
35Algunos de los que estaban allí, al oírlo, decían: Mirad, a Elías llama.
36Entonces uno corrió y empapó una esponja en vinagre, y poniéndola en una caña, le dio a beber, diciendo: Dejad, veamos si Elías viene a bajarle.
37Y Jesús dando un fuerte grito, expiró.
38Y el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo.
39Viendo el centurión que estaba frente a Él, la manera en que expiró, dijo: En verdad este hombre era Hijo de Dios.
40Había también unas mujeres mirando de lejos, entre las que estaban María Magdalena, María, la madre de Jacobo el menor y de José, y Salomé,
41las cuales cuando Jesús estaba en Galilea, le seguían y le servían; y había muchas otras que habían subido con Él a Jerusalén.
Sepultura de Jesús
42Ya al atardecer, como era el día de la preparación, es decir, la víspera del día de reposo,
43vino José de Arimatea, miembro prominente del concilio, que también esperaba el reino de Dios; y llenándose de valor, entró adonde estaba Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús.
44Pilato se sorprendió de que ya hubiera muerto, y llamando al centurión, le preguntó si ya estaba muerto.
45Y comprobando esto por medio del centurión, le concedió el cuerpo a José,
46quien compró un lienzo de lino, y bajándole de la cruz, le envolvió en el lienzo de lino y le puso en un sepulcro que había sido excavado en la roca; e hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro.
47Y María Magdalena y María, la madre de José, miraban para saber dónde le ponían.
Marcos 16
La resurrección
1Pasado el día de reposo, María Magdalena, María, la madre de Jacobo, y Salomé, compraron especias aromáticas para ir a ungirle.
2Y muy de mañana, el primer día de la semana, llegaron al sepulcro cuando el sol ya había salido.
3Y se decían unas a otras: ¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro?
4Cuando levantaron los ojos, vieron que la piedra, aunque era sumamente grande, había sido removida.
5Y entrando en el sepulcro, vieron a un joven sentado al lado derecho, vestido con ropaje blanco; y ellas se asustaron.
6Pero él les dijo: No os asustéis; buscáis a Jesús nazareno, el crucificado. Ha resucitado, no está aquí; mirad el lugar donde le pusieron.
7Pero id, decid a sus discípulos y a Pedro: "Él va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis, tal como os dijo."
8Y saliendo ellas, huyeron del sepulcro, porque un gran temblor y espanto se había apoderado de ellas; y no dijeron nada a nadie porque tenían miedo.
Aparición de Jesús a María Magdalena
9Y después de haber resucitado, muy temprano el primer día de la semana, Jesús se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado fuera siete demonios.
10Y ella fue y se lo comunicó a los que habían estado con Él, que estaban lamentándose y llorando.
11Cuando ellos oyeron que Él estaba vivo y que ella le había visto, se negaron a creerlo.
Aparición a dos discípulos
12Después de esto, se apareció en forma distinta a dos de ellos cuando iban de camino al campo.
13Y éstos fueron y se lo comunicaron a los demás, pero a ellos tampoco les creyeron.
La gran comisión
14Después se apareció a los once mismos cuando estaban sentados a la mesa, y los reprendió por su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado.
15Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
16El que crea y sea bautizado será salvo; pero el que no crea será condenado.
17Y estas señales acompañarán a los que han creído: en mi nombre echarán fuera demonios, hablarán en nuevas lenguas;
18tomarán serpientes en las manos, y aunque beban algo mortífero, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán las manos, y se pondrán bien.
Ascensión de Jesucristo
19Entonces, el Señor Jesús, después de hablar con ellos, fue recibido en el cielo y se sentó a la diestra de Dios.
20Y ellos salieron y predicaron por todas partes, colaborando el Señor con ellos, y confirmando la palabra por medio de las señales que la seguían. Ellas comunicaron inmediatamente a Pedro y a sus compañeros todas estas instrucciones. Y después de esto, Jesús mismo envió por medio de ellos, desde el oriente hasta el occidente, el mensaje sacrosanto e incorruptible de la salvación eterna.
Predicación de Juan el Bautista
1Principio del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios.
2Como está escrito en el profeta Isaías:
HE AQUI, YO ENVIO MI MENSAJERO DELANTE DE TU FAZ,
EL CUAL PREPARARA TU CAMINO.
3VOZ DEL QUE CLAMA EN EL DESIERTO:
"PREPARAD EL CAMINO DEL SEÑOR,
HACED DERECHAS SUS SENDAS."
4Juan el Bautista apareció en el desierto predicando el bautismo de arrepentimiento para el perdón de pecados.
5Y acudía a él toda la región de Judea, y toda la gente de Jerusalén, y confesando sus pecados, eran bautizados por él en el río Jordán.
6Juan estaba vestido de pelo de camello, tenía un cinto de cuero a la cintura, y comía langostas y miel silvestre.
7Y predicaba, diciendo: Tras mí viene uno que es más poderoso que yo, a quien no soy digno de desatar, inclinándome, la correa de sus sandalias.
8Yo os bauticé con agua, pero Él os bautizará con el Espíritu Santo.
Bautismo y tentación de Jesús
9Y sucedió en aquellos días que Jesús vino de Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán.
10E inmediatamente, al salir del agua, vio que los cielos se abrían, y que el Espíritu como paloma descendía sobre Él;
11y vino una voz de los cielos, que decía: Tú eres mi Hijo amado, en ti me he complacido.
12Enseguida el Espíritu le impulsó a ir al desierto.
13Y estuvo en el desierto cuarenta días, siendo tentado por Satanás; y estaba entre las fieras, y los ángeles le servían.
Jesús principia su ministerio
14Después que Juan había sido encarcelado, Jesús vino a Galilea proclamando el evangelio de Dios,
15y diciendo: El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos y creed en el evangelio.
Llamamiento de los primeros discípulos
16Mientras caminaba junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés, hermano de Simón, echando una red en el mar, porque eran pescadores.
17Y Jesús les dijo: Seguidme, y yo haré que seáis pescadores de hombres.
18Y dejando al instante las redes, le siguieron.
19Yendo un poco más adelante vio a Jacobo, el hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, los cuales estaban también en la barca, remendando las redes.
20Y al instante los llamó; y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron tras El.
Jesús enseña en Capernaúm
21Entraron en Capernaúm; y enseguida, en el día de reposo entrando Jesús en la sinagoga comenzó a enseñar.
22Y se admiraban de su enseñanza; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.
23Y he aquí estaba en la sinagoga de ellos un hombre con un espíritu inmundo, el cual comenzó a gritar,
24diciendo: ¿Qué tenemos que ver contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Yo sé quién eres: el Santo de Dios.
25Jesús lo reprendió, diciendo: ¡Cállate, y sal de él!
26Entonces el espíritu inmundo, causándole convulsiones, gritó a gran voz y salió de él.
27Y todos se asombraron de tal manera que discutían entre sí, diciendo: ¿Qué es esto? ¡Una enseñanza nueva con autoridad! Él manda aun a los espíritus inmundos y le obedecen.
28Y enseguida su fama se extendió por todas partes, por toda la región alrededor de Galilea.
Jesús sana a la suegra de Simón y a muchos otros
29Inmediatamente después de haber salido de la sinagoga, fueron a casa de Simón y Andrés, con Jacobo y Juan.
30Y la suegra de Simón yacía enferma con fiebre; y enseguida le hablaron de ella.
31Jesús se le acercó, y tomándola de la mano la levantó, y la fiebre la dejó; y ella les servía.
32A la caída de la tarde, después de la puesta del sol, le trajeron todos los que estaban enfermos y los endemoniados.
33Y toda la ciudad se había amontonado a la puerta.
34Y sanó a muchos que estaban enfermos de diversas enfermedades, y expulsó muchos demonios; y no dejaba hablar a los demonios, porque ellos sabían quién era Él.
Jesús recorre Galilea
35Levantándose muy de mañana, cuando todavía estaba oscuro, salió, y se fue a un lugar solitario, y allí oraba.
36Y Simón y sus compañeros salieron a buscarle;
37le encontraron y le dijeron: Todos te buscan.
38Y Él les dijo: Vamos a otro lugar, a los pueblos vecinos, para que predique también allí, porque para eso he salido.
39Y fue por toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando demonios.
Curación de un leproso
40Y vino a Él un leproso rogándole, y arrodillándose le dijo: Si quieres, puedes limpiarme.
41Movido a compasión, extendiendo Jesús la mano, lo tocó, y le dijo: Quiero; sé limpio.
42Y al instante la lepra lo dejó y quedó limpio.
43Entonces Jesús lo amonestó severamente y enseguida lo despidió,
44y le dijo: Mira, no digas nada a nadie, sino ve, muéstrate al sacerdote y ofrece por tu limpieza lo que Moisés ordenó, para testimonio a ellos.
45Pero él, en cuanto salió comenzó a proclamarlo abiertamente y a divulgar el hecho, a tal punto que Jesús ya no podía entrar públicamente en ciudad alguna, sino que se quedaba fuera en lugares despoblados; y venían a Él de todas partes.
Marcos 2
Curación de un paralítico
1Habiendo entrado de nuevo en Capernaúm varios días después, se oyó que estaba en casa.
2Y se reunieron muchos, tanto que ya no había lugar ni aun a la puerta; y Él les exponía la palabra.
3Entonces vinieron a traerle un paralítico llevado entre cuatro.
4Y como no pudieron acercarse a Él a causa de la multitud, levantaron el techo encima de donde El estaba; y cuando habían hecho una abertura, bajaron la camilla en que yacía el paralítico.
5Viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados.
6Pero estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales pensaban en sus corazones:
7¿Por qué habla éste así? Está blasfemando; ¿quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios?
8Y al instante Jesús, conociendo en su espíritu que pensaban de esa manera dentro de sí mismos, les dijo: ¿Por qué pensáis estas cosas en vuestros corazones?
9¿Qué es más fácil, decir al paralítico: "Tus pecados te son perdonados", o decirle: "Levántate, toma tu camilla y anda"?
10Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico):
11A ti te digo: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.
12Y él se levantó, y tomando al instante la camilla, salió a vista de todos, de manera que todos estaban asombrados, y glorificaban a Dios, diciendo: Jamás hemos visto cosa semejante.
Llamamiento de Leví y la cena en su casa
13Y El salió de nuevo a la orilla del mar, y toda la multitud venía a Él, y les enseñaba.
14Y al pasar, vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado en la oficina de los tributos, y le dijo: Sígueme. Y levantándose, le siguió.
15Y sucedió que estando Jesús sentado a la mesa en casa de él, muchos recaudadores de impuestos y pecadores estaban comiendo con Jesús y sus discípulos; porque había muchos de ellos que le seguían.
16Al ver los escribas de los fariseos que Él comía con pecadores y recaudadores de impuestos, decían a sus discípulos: ¿Por qué Él come y bebe con recaudadores de impuestos y pecadores?
17Al oír esto, Jesús les dijo: Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los que están enfermos; no he venido a llamar a justos, sino a pecadores.
Pregunta sobre el ayuno
18Los discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando; y vinieron y le dijeron: ¿Por qué ayunan los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos, pero tus discípulos no ayunan?
19Y Jesús les dijo: ¿Acaso pueden ayunar los acompañantes del novio mientras el novio está con ellos? Mientras tienen al novio con ellos, no pueden ayunar.
20Pero vendrán días cuando el novio les será quitado, y entonces ayunarán en aquel día.
21Nadie pone un remiendo de tela nueva en un vestido viejo, porque entonces el remiendo al encogerse tira de él, lo nuevo de lo viejo, y se produce una rotura peor.
22Y nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque entonces el vino romperá el odre, y se pierde el vino y también los odres; sino que se echa vino nuevo en odres nuevos.
Jesús, Señor del día de reposo
23Y aconteció que un día de reposo Jesús pasaba por los sembrados, y sus discípulos, mientras se abrían paso, comenzaron a arrancar espigas.
24Entonces los fariseos le decían: Mira, ¿por qué hacen lo que no es lícito en el día de reposo?
25Y Él les dijo: ¿Nunca habéis leído lo que David hizo cuando tuvo necesidad y sintió hambre, él y sus compañeros,
26cómo entró en la casa de Dios en tiempos de Abiatar, el sumo sacerdote, y comió los panes consagrados que no es lícito a nadie comer, sino a los sacerdotes, y dio también a los que estaban con él?
27Y Él les decía: El día de reposo se hizo para el hombre, y no el hombre para el día de reposo.
28Por tanto, el Hijo del Hombre es Señor aun del día de reposo.
Marcos 3
Jesús sana al hombre de la mano seca
1Otra vez entró Jesús en una sinagoga; y había allí un hombre que tenía una mano seca.
2Y le observaban para ver si le sanaba en el día de reposo, para poder acusarle.
3Y dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate y ponte aquí en medio.
4Entonces les dijo: ¿Es lícito en el día de reposo hacer bien o hacer mal, salvar una vida o matar? Pero ellos guardaban silencio.
5Y mirándolos en torno con enojo, entristecido por la dureza de sus corazones, dijo al hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y su mano quedó sana.
6Pero cuando los fariseos salieron, enseguida comenzaron a tramar con los herodianos en contra de Jesús, para ver cómo podrían destruirle.
Las multitudes siguen a Jesús
7Jesús se retiró al mar con sus discípulos; y una gran multitud de Galilea le siguió; y también de Judea,
8de Jerusalén, de Idumea, del otro lado del Jordán, y de los alrededores de Tiro y Sidón; una gran multitud, que al oír todo lo que Jesús hacía, vino a Él.
9Y dijo a sus discípulos que le tuvieran lista una barca por causa de la multitud, para que no le oprimieran;
10porque había sanado a muchos, de manera que todos los que tenían aflicciones se le echaban encima para tocarle.
11Y siempre que los espíritus inmundos le veían, caían delante de Él y gritaban, diciendo: Tú eres el Hijo de Dios.
12Y les advertía con insistencia que no revelaran su identidad.
Designación de los doce apóstoles
13Y subió al monte, llamó a los que Él quiso, y ellos vinieron a Él.
14Y designó a doce, para que estuvieran con Él y para enviarlos a predicar,
15y para que tuvieran autoridad de expulsar demonios.
16Designó a los doce: Simón (a quien puso por nombre Pedro),
17Jacobo, hijo de Zebedeo, y Juan hermano de Jacobo (a quienes puso por nombre Boanerges, que significa, hijos del trueno);
18Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Jacobo, hijo de Alfeo, Tadeo, Simón el canaanita;
19y Judas Iscariote, el que también le entregó.
Jesús y Beelzebú
20Jesús llegó a una casa, y la multitud se juntó de nuevo, a tal punto que ellos ni siquiera podían comer.
21Cuando sus parientes oyeron esto, fueron para hacerse cargo de Él, porque decían: Está fuera de sí.
22Y los escribas que habían descendido de Jerusalén decían: Tiene a Beelzebú; y: Expulsa los demonios por el príncipe de los demonios.
23Y llamándolos junto a sí, les hablaba en parábolas: ¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás?
24Y si un reino está dividido contra sí mismo, ese reino no puede perdurar.
25Y si una casa está dividida contra sí misma, esa casa no podrá permanecer.
26Y si Satanás se ha levantado contra sí mismo y está dividido, no puede permanecer, sino que ha llegado su fin.
27Pero nadie puede entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes si primero no lo ata; entonces podrá saquear su casa.
28En verdad os digo que todos los pecados serán perdonados a los hijos de los hombres, y las blasfemias con que blasfemen,
29pero cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo no tiene jamás perdón, sino que es culpable de pecado eterno.
30Porque decían: Tiene un espíritu inmundo.
La madre y los hermanos de Jesús
31Entonces llegaron su madre y sus hermanos, y quedándose afuera, le mandaron llamar.
32Y había una multitud sentada alrededor de Él, y le dijeron: He aquí, tu madre y tus hermanos están afuera y te buscan.
33Respondiéndoles Él, dijo: ¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?
34Y mirando en torno a los que estaban sentados en círculo, a su alrededor, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos.
35Porque cualquiera que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre.
Marcos 4
Parábola del sembrador
1Comenzó a enseñar de nuevo junto al mar; y se llegó a Él una multitud tan grande que tuvo que subirse a una barca que estaba en el mar, y se sentó; y toda la multitud estaba en tierra a la orilla del mar.
2Les enseñaba muchas cosas en parábolas; y les decía en su enseñanza:
3¡Oíd! He aquí, el sembrador salió a sembrar;
4y aconteció que al sembrar, una parte de la semilla cayó junto al camino, y vinieron las aves y se la comieron.
5Otra parte cayó en un pedregal donde no tenía mucha tierra; y enseguida brotó por no tener profundidad de tierra.
6Pero cuando salió el sol, se quemó; y por no tener raíz, se secó.
7Otra parte cayó entre espinos, y los espinos crecieron y la ahogaron, y no dio fruto.
8Y otras semillas cayeron en buena tierra, y creciendo y desarrollándose, dieron fruto, y produjeron unas a treinta, otras a sesenta y otras a ciento por uno.
9Y Él decía: El que tiene oídos para oír, que oiga.
Explicación de la parábola
10Cuando se quedó solo, sus seguidores junto con los doce, le preguntaban sobre las parábolas.
11Y les decía: A vosotros os ha sido dado el misterio del reino de Dios, pero los que están afuera reciben todo en parábolas;
12para que VIENDO VEAN PERO NO PERCIBAN, Y OYENDO OIGAN PERO NO ENTIENDAN, NO SEA QUE SE CONVIERTAN Y SEAN PERDONADOS.
13Y les dijo: ¿No entendéis esta parábola? ¿Cómo, pues, comprenderéis todas las parábolas?
14El sembrador siembra la palabra.
15Y estos son los que están junto al camino donde se siembra la palabra, aquellos que en cuanto la oyen, al instante viene Satanás y se lleva la palabra que se ha sembrado en ellos.
16Y de igual manera, estos en que se sembró la semilla en pedregales son los que al oír la palabra enseguida la reciben con gozo;
17pero no tienen raíz profunda en sí mismos, sino que sólo son temporales. Entonces, cuando viene la aflicción o la persecución por causa de la palabra, enseguida tropiezan y caen.
18Otros son aquellos en los que se sembró la semilla entre los espinos; éstos son los que han oído la palabra,
19pero las preocupaciones del mundo, y el engaño de las riquezas, y los deseos de las demás cosas entran y ahogan la palabra, y se vuelve estéril.
20Y otros son aquellos en que se sembró la semilla en tierra buena; los cuales oyen la palabra, la aceptan y dan fruto, unos a treinta, otros a sesenta y otros a ciento por uno.
21Y les decía: ¿Acaso se trae una lámpara para ponerla debajo de un almud o debajo de la cama? ¿No es para ponerla en el candelero?
22Porque nada hay oculto, si no es para que sea manifestado; ni nada ha estado en secreto, sino para que salga a la luz.
23Si alguno tiene oídos para oír, que oiga.
24También les decía: Cuidaos de lo que oís. Con la medida con que midáis, se os medirá, y aun más se os dará.
25Porque al que tiene, se le dará más, pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.
Parábola del crecimiento de la semilla
26Decía también: El reino de Dios es como un hombre que echa semilla en la tierra,
27y se acuesta y se levanta, de noche y de día, y la semilla brota y crece; cómo, él no lo sabe.
28La tierra produce fruto por sí misma; primero la hoja, luego la espiga, y después el grano maduro en la espiga.
29Y cuando el fruto lo permite, él enseguida mete la hoz, porque ha llegado el tiempo de la siega.
Parábola del grano de mostaza
30También decía: ¿A qué compararemos el reino de Dios, o con qué parábola lo describiremos?
31Es como un grano de mostaza, el cual, cuando se siembra en la tierra, aunque es más pequeño que todas las semillas que hay en la tierra,
32sin embargo, cuando es sembrado, crece y llega a ser más grande que todas las hortalizas y echa grandes ramas, tanto que las aves del cielo pueden anidar bajo su sombra.
33Con muchas parábolas como éstas les hablaba la palabra, según podían oírla;
34y sin parábolas no les hablaba, sino que lo explicaba todo en privado a sus propios discípulos.
Jesús calma la tempestad
35Ese día, caída ya la tarde, les dijo: Pasemos al otro lado.
36Despidiendo a la multitud, le llevaron con ellos en la barca, como estaba; y había otras barcas con Él.
37Pero se levantó una violenta tempestad, y las olas se lanzaban sobre la barca de tal manera que ya se anegaba la barca.
38Él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; entonces le despertaron y le dijeron: Maestro, ¿no te importa que perezcamos?
39Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: ¡Cálmate, sosiégate! Y el viento cesó, y sobrevino una gran calma.
40Entonces les dijo: ¿Por qué estáis amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?
41Y se llenaron de gran temor, y se decían unos a otros: ¿Quién, pues, es éste que aun el viento y el mar le obedecen?
Marcos 5
El endemoniado gadareno
1Y llegaron al otro lado del mar, a la tierra de los gadarenos.
2Y cuando Él salió de la barca, enseguida vino a su encuentro, de entre los sepulcros, un hombre con un espíritu inmundo
3que tenía su morada entre los sepulcros; y nadie podía ya atarlo ni aun con cadenas;
4porque muchas veces había sido atado con grillos y cadenas, pero él había roto las cadenas y destrozado los grillos, y nadie era tan fuerte como para dominarlo.
5Y siempre, noche y día, andaba entre los sepulcros y en los montes dando gritos e hiriéndose con piedras.
6Cuando vio a Jesús de lejos, corrió y se postró delante de Él;
7y gritando a gran voz, dijo: ¿Qué tengo yo que ver contigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te imploro por Dios que no me atormentes.
8Porque Jesús le decía: Sal del hombre, espíritu inmundo.
9Y le preguntó: ¿Cómo te llamas? Y él le dijo: Me llamo Legión, porque somos muchos.
10Entonces le rogaba con insistencia que no los enviara fuera de la tierra.
11Y había allí una gran piara de cerdos paciendo junto al monte.
12Y los demonios le rogaron, diciendo: Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos.
13Y El les dio permiso. Y saliendo los espíritus inmundos, entraron en los cerdos; y la piara, unos dos mil, se precipitó por un despeñadero al mar, y en el mar se ahogaron.
14Y los que cuidaban los cerdos huyeron y lo contaron en la ciudad y por los campos. Y la gente vino a ver qué era lo que había sucedido.
15Y vinieron a Jesús, y vieron al que había estado endemoniado, sentado, vestido y en su cabal juicio, el mismo que había tenido la legión; y tuvieron miedo.
16Y los que lo habían visto les describieron cómo le había sucedido esto al endemoniado, y lo de los cerdos.
17Y comenzaron a rogarle que se fuera de su comarca.
18Al entrar Él en la barca, el que había estado endemoniado le rogaba que le dejara acompañarle.
19Pero Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho por ti, y cómo tuvo misericordia de ti.
20Y él se fue, y empezó a proclamar en Decápolis cuán grandes cosas Jesús había hecho por él; y todos se quedaban maravillados.
Jairo ruega por su hija
21Cuando Jesús pasó otra vez en la barca al otro lado, se reunió una gran multitud alrededor de Él; y Él se quedó junto al mar.
22Y vino uno de los oficiales de la sinagoga, llamado Jairo, y al verle se postró a sus pies.
23Y le rogaba con insistencia, diciendo: Mi hijita está al borde de la muerte; te ruego que vengas y pongas las manos sobre ella para que sane y viva.
24Jesús fue con él; y una gran multitud le seguía y le oprimía.
Jesús sana a una mujer
25Y una mujer que había tenido flujo de sangre por doce años,
26y había sufrido mucho a manos de muchos médicos, y había gastado todo lo que tenía sin provecho alguno, sino que al contrario, había empeorado;
27cuando oyó hablar de Jesús, se llegó a Él por detrás entre la multitud y tocó su manto.
28Porque decía: Si tan sólo toco sus ropas, sanaré.
29Al instante la fuente de su sangre se secó, y sintió en su cuerpo que estaba curada de su aflicción.
30Y enseguida Jesús, dándose cuenta de que había salido poder de Él, volviéndose entre la gente, dijo: ¿Quién ha tocado mi ropa?
31Y sus discípulos le dijeron: Ves que la multitud te oprime, y dices: "¿Quién me ha tocado?"
32Pero Él miraba a su alrededor para ver a la mujer que le había tocado.
33Entonces la mujer, temerosa y temblando, dándose cuenta de lo que le había sucedido, vino y se postró delante de Él y le dijo toda la verdad.
34Y Jesús le dijo: Hija, tu fe te ha sanado; vete en paz y queda sana de tu aflicción.
Jesús resucita a la hija de Jairo
35Mientras estaba todavía hablando, vinieron de casa del oficial de la sinagoga, diciendo: Tu hija ha muerto, ¿para qué molestas aún al Maestro?
36Pero Jesús, oyendo lo que se hablaba, dijo* al oficial de la sinagoga: No temas, cree solamente.
37Y no permitió que nadie fuera con Él sino sólo Pedro, Jacobo y Juan, el hermano de Jacobo.
38Fueron a la casa del oficial de la sinagoga, y Jesús vio el alboroto, y a los que lloraban y se lamentaban mucho.
39Y entrando les dijo: ¿Por qué hacéis alboroto y lloráis? La niña no ha muerto, sino que está dormida.
40Y se burlaban de Él. Pero Él, echando fuera a todos, tomó consigo al padre y a la madre de la niña, y a los que estaban con Él, y entró donde estaba la niña.
41Y tomando a la niña por la mano, le dijo: Talita cumi (que traducido significa: Niña, a ti te digo, ¡levántate!).
42Al instante la niña se levantó y comenzó a caminar, pues tenía doce años. Y al momento se quedaron completamente atónitos.
43Entonces les dio órdenes estrictas de que nadie se enterara de esto; y dijo que le dieran de comer a la niña.
Marcos 6
Jesús enseña en Nazaret
1El se marchó de allí y llegó a su pueblo; y sus discípulos le siguieron.
2Cuando llegó el día de reposo comenzó a enseñar en la sinagoga; y muchos que le escuchaban se asombraban, diciendo: ¿Dónde obtuvo éste tales cosas, y cuál es esta sabiduría que le ha sido dada, y estos milagros que hace con sus manos?
3¿No es éste el carpintero, el hijo de María, y hermano de Jacobo, José, Judas y Simón? ¿No están sus hermanas aquí con nosotros? Y se escandalizaban a causa de Él.
4Y Jesús les dijo: No hay profeta sin honra sino en su propia tierra, y entre sus parientes, y en su casa.
5Y no pudo hacer allí ningún milagro; sólo sanó a unos pocos enfermos sobre los cuales puso sus manos.
6Y estaba maravillado de la incredulidad de ellos. Y recorría las aldeas de alrededor enseñando.
Jesús envía a los doce
7Entonces llamó a los doce y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos;
8y les ordenó que no llevaran nada para el camino, sino sólo un bordón; ni pan, ni alforja, ni dinero en el cinto;
9sino calzados con sandalias. No llevéis dos túnicas
10--les dijo--y dondequiera que entréis en una casa, quedaos allí hasta que salgáis de la población.
11Y en cualquier lugar que no os reciban ni os escuchen, al salir de allí, sacudid el polvo de la planta de vuestros pies en testimonio contra ellos.
12Y saliendo, predicaban que todos se arrepintieran.
13Y echaban fuera muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos y los sanaban.
Muerte de Juan el Bautista
14El rey Herodes se enteró de esto, pues el nombre de Jesús se había hecho célebre, y la gente decía: Juan el Bautista ha resucitado de entre los muertos, por eso es que estos poderes milagrosos actúan en él.
15Pero otros decían: Es Elías. Y decían otros: Es un profeta, como uno de los profetas antiguos .
16Y al oír esto Herodes, decía: Juan, a quien yo decapité, ha resucitado.
17Porque Herodes mismo había enviado a prender a Juan y lo había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, mujer de su hermano Felipe, pues Herodes se había casado con ella.
18Porque Juan le decía a Herodes: No te es lícito tener la mujer de tu hermano.
19Y Herodías le tenía rencor y deseaba matarlo, pero no podía,
20porque Herodes temía a Juan, sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo mantenía protegido. Y cuando le oía se quedaba muy perplejo, pero le gustaba escucharlo.
21Pero llegó un día oportuno, cuando Herodes, siendo su cumpleaños, ofreció un banquete a sus nobles y comandantes y a los principales de Galilea;
22y cuando la hija misma de Herodías entró y danzó, agradó a Herodes y a los que se sentaban a la mesa con él; y el rey dijo a la muchacha: Pídeme lo que quieras y te lo daré.
23Y le juró: Te daré lo que me pidas, hasta la mitad de mi reino.
24Ella salió y dijo a su madre: ¿Qué pediré? Y ella le respondió: La cabeza de Juan el Bautista.
25Enseguida ella se presentó apresuradamente ante el rey con su petición, diciendo: Quiero que me des ahora mismo la cabeza de Juan el Bautista en una bandeja.
26Y aunque el rey se puso muy triste, sin embargo a causa de sus juramentos y de los que se sentaban con él a la mesa, no quiso desairarla.
27Y al instante el rey envió a un verdugo y le ordenó que trajera la cabeza de Juan. Y él fue y lo decapitó en la cárcel,
28y trajo su cabeza en una bandeja, y se la dio a la muchacha, y la muchacha se la dio a su madre.
29Cuando sus discípulos oyeron esto, fueron y se llevaron el cuerpo y le dieron sepultura.
Alimentación de los cinco mil
30Los apóstoles se reunieron con Jesús, y le informaron sobre todo lo que habían hecho y enseñado.
31Y Él les dijo: Venid, apartaos de los demás a un lugar solitario y descansad un poco. (Porque había muchos que iban y venían, y ellos no tenían tiempo ni siquiera para comer.)
32Y se fueron en la barca a un lugar solitario, apartado.
33Pero la gente los vio partir, y muchos los reconocieron y juntos corrieron allá a pie de todas las ciudades, y llegaron antes que ellos.
34Al desembarcar, Él vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas sin pastor; y comenzó a enseñarles muchas cosas.
35Y cuando era ya muy tarde, sus discípulos se le acercaron, diciendo: El lugar está desierto y ya es muy tarde;
36despídelos para que vayan a los campos y aldeas de alrededor, y se compren algo de comer.
37Pero respondiendo Él, les dijo: Dadles vosotros de comer. Y ellos le dijeron: ¿Quieres que vayamos y compremos doscientos denarios de pan y les demos de comer?
38Y El les dijo: ¿Cuántos panes tenéis? Id y ved. Y cuando se cercioraron le dijeron: Cinco, y dos peces.
39Y les mandó que todos se recostaran por grupos sobre la hierba verde.
40Y se recostaron por grupos de cien y de cincuenta.
41Entonces Él tomó los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, los bendijo, y partió los panes y los iba dando a los discípulos para que se los sirvieran; también repartió los dos peces entre todos.
42Todos comieron y se saciaron.
43Y recogieron doce cestas llenas de los pedazos, y también de los peces.
44Los que comieron los panes eran cinco mil hombres.
Jesús anda sobre el mar
45Enseguida hizo que sus discípulos subieran a la barca y fueran delante de Él al otro lado, a Betsaida, mientras Él despedía a la multitud.
46Y después de despedirse de ellos, se fue al monte a orar.
47Al anochecer, la barca estaba en medio del mar, y Él estaba solo en tierra.
48Y al verlos remar fatigados, porque el viento les era contrario, como a la cuarta vigilia de la noche, fue hacia ellos andando sobre el mar, y quería pasarles de largo.
49Pero cuando ellos le vieron andando sobre el mar, pensaron que era un fantasma y se pusieron a gritar;
50porque todos le vieron y se turbaron. Pero enseguida El habló con ellos y les dijo: ¡Tened ánimo; soy yo, no temáis!
51Y subió con ellos a la barca, y el viento se calmó; y ellos estaban asombrados en gran manera,
52porque no habían entendido lo de los panes, sino que su mente estaba embotada.
Jesús en Genesaret
53Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret, y atracaron.
54Cuando salieron de la barca, enseguida la gente reconoció a Jesús,
55y recorrieron apresuradamente toda aquella comarca, y comenzaron a traer a los enfermos en sus camillas adonde oían decir que Él estaba.
56Y dondequiera que Él entraba en aldeas, ciudades o campos, ponían a los enfermos en las plazas, y le rogaban que les permitiera tocar siquiera el borde de su manto; y todos los que lo tocaban quedaban curados.
Marcos 7
Lo que contamina al hombre
1Los fariseos, y algunos de los escribas que habían venido de Jerusalén, se reunieron alrededor de Él;
2y vieron que algunos de sus discípulos comían el pan con manos inmundas, es decir, sin lavar.
3(Porque los fariseos y todos los judíos no comen a menos de que se laven las manos cuidadosamente, observando así la tradición de los ancianos;
4y cuando vuelven de la plaza, no comen a menos de que se laven; y hay muchas otras cosas que han recibido para observarlas, como el lavamiento de los vasos, de los cántaros y de las vasijas de cobre.)
5Entonces los fariseos y los escribas le preguntaron: ¿Por qué tus discípulos no andan conforme a la tradición de los ancianos, sino que comen con manos inmundas?
6Y Él les dijo: Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito:
"ESTE PUEBLO CON LOS LABIOS ME HONRA,
PERO SU CORAZON ESTA MUY LEJOS DE MI.
7"MAS EN VANO ME RINDEN CULTO,
ENSEÑANDO COMO DOCTRINAS PRECEPTOS DE HOMBRES."
8Dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres.
9También les decía: Astutamente violáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición.
10Porque Moisés dijo: "HONRA A TU PADRE Y A TU MADRE"; y: "EL QUE HABLE MAL DE SU PADRE O DE SU MADRE, QUE MUERA;"
11pero vosotros decís: "Si un hombre dice al padre o a la madre: 'Cualquier cosa mía con que pudieras beneficiarte es corbán (es decir, ofrenda a Dios)'";
12ya no le dejáis hacer nada en favor de su padre o de su madre;
13invalidando así la palabra de Dios por vuestra tradición, la cual habéis transmitido, y hacéis muchas cosas semejantes a éstas.
14Y llamando de nuevo a la multitud, les decía: Escuchadme todos y entended:
15no hay nada fuera del hombre que al entrar en él pueda contaminarlo; sino que lo que sale de adentro del hombre es lo que contamina al hombre.
16Si alguno tiene oídos para oír, que oiga.
17Y cuando dejó a la multitud y entró en la casa, sus discípulos le preguntaron acerca de la parábola.
18Y El les dijo: ¿También vosotros sois tan faltos de entendimiento? ¿No comprendéis que todo lo que de afuera entra al hombre no le puede contaminar,
19porque no entra en su corazón, sino en el estómago, y se elimina? (Declarando así limpios todos los alimentos.)
20Y decía: Lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre.
21Porque de adentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, fornicaciones, robos, homicidios, adulterios,
22avaricias, maldades, engaños, sensualidad, envidia, calumnia, orgullo e insensatez.
23Todas estas maldades de adentro salen, y contaminan al hombre.
La mujer sirofenicia
24Levantándose de allí, se fue a la región de Tiro, y entrando en una casa, no quería que nadie lo supiera, pero no pudo pasar inadvertido;
25sino que enseguida, al oír hablar de Él, una mujer cuya hijita tenía un espíritu inmundo, fue y se postró a sus pies.
26La mujer era gentil, siriofenicia de nacimiento; y le rogaba que echara fuera de su hija al demonio.
27Y Él le decía: Deja que primero los hijos se sacien, pues no está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos.
28Pero ella respondió y le dijo: Es cierto, Señor; pero aun los perrillos debajo de la mesa comen las migajas de los hijos.
29Y Él le dijo: Por esta respuesta, vete; el demonio ha salido de tu hija.
30Cuando ella volvió a su casa, halló que la niña estaba acostada en la cama, y que el demonio había salido.
Curación de un sordomudo
31Volviendo a salir de la región de Tiro, pasó por Sidón y llegó al mar de Galilea, atravesando la región de Decápolis.
32Y le trajeron a uno que era sordo y que hablaba con dificultad, y le rogaron que pusiera la mano sobre él.
33Entonces Jesús, tomándolo aparte de la multitud, a solas, le metió los dedos en los oídos, y escupiendo, le tocó la lengua con la saliva;
34y levantando los ojos al cielo, suspiró profundamente y le dijo: ¡Effatá!, esto es: ¡Abrete!
35Y al instante se abrieron sus oídos, y desapareció el impedimento de su lengua, y hablaba con claridad.
36Y Jesús les ordenó que a nadie se lo dijeran; pero mientras más se lo ordenaba, tanto más ellos lo proclamaban.
37Y se asombraron en gran manera, diciendo: Todo lo ha hecho bien; aun a los sordos hace oír y a los mudos hablar.
Marcos 8
Alimentación de los cuatro mil
1En aquellos días, cuando de nuevo había una gran multitud que no tenía qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:
2Tengo compasión de la multitud porque hace ya tres días que están conmigo y no tienen qué comer;
3y si los despido sin comer a sus casas, desfallecerán en el camino, pues algunos de ellos han venido de lejos.
4Sus discípulos le respondieron: ¿Dónde podrá alguien encontrar lo suficiente para saciar de pan a éstos aquí en el desierto?
5Y Él les preguntó: ¿Cuántos panes tenéis? Y ellos respondieron: Siete.
6Entonces mandó a la multitud que se recostara en el suelo; y tomando los siete panes, después de dar gracias, los partió y los iba dando a sus discípulos para que los pusieran delante de la gente; y ellos los sirvieron a la multitud.
7También tenían unos pocos pececillos; y después de bendecirlos, mandó que éstos también los sirvieran.
8Todos comieron y se saciaron; y recogieron de lo que sobró de los pedazos, siete canastas.
9Los que comieron eran unos cuatro mil; y los despidió.
10Y subiendo enseguida a la barca con sus discípulos, fue a la región de Dalmanuta.
Los fariseos buscan señal
11Entonces salieron los fariseos y comenzaron a discutir con El, buscando de El una señal del cielo para ponerle a prueba.
12Suspirando profundamente en su espíritu, dijo: ¿Por qué pide señal esta generación? En verdad os digo que no se le dará señal a esta generación.
13Y dejándolos, se embarcó otra vez y se fue al otro lado.
La levadura de los fariseos
14Y se habían olvidado de tomar panes; y no tenían consigo en la barca sino sólo un pan.
15Y El les encargaba diciendo: ¡Tened cuidado! Guardaos de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes.
16Y ellos discutían entre sí que no tenían panes.
17Dándose cuenta Jesús, les dijo: ¿Por qué discutís que no tenéis pan? ¿Aún no comprendéis ni entendéis? ¿Tenéis el corazón endurecido?
18TENIENDO OJOS, ¿NO VEIS? Y TENIENDO OIDOS, ¿NO OIS? ¿No recordáis
19cuando partí los cinco panes entre los cinco mil? ¿Cuántas cestas llenas de pedazos recogisteis? Y ellos le dijeron: Doce.
20Y cuando partí los siete panes entre los cuatro mil, ¿cuántas canastas llenas de los pedazos recogisteis? Y ellos le dijeron: Siete.
21Y les dijo: ¿Aún no entendéis?
El ciego de Betsaida
22Llegaron a Betsaida, y le trajeron un ciego y le rogaron que lo tocara.
23Tomando de la mano al ciego, lo sacó fuera de la aldea; y después de escupir en sus ojos y de poner las manos sobre él, le preguntó: ¿Ves algo?
24Y levantando la vista, dijo: Veo a los hombres, pero los veo como árboles que caminan.
25Entonces Jesús puso otra vez las manos sobre sus ojos, y él miró fijamente y fue restaurado; y lo veía todo con claridad.
26Y lo envió a su casa diciendo: Ni aun en la aldea entres.
La confesión de Pedro
27Salió Jesús con sus discípulos a las aldeas de Cesarea de Filipo; y en el camino preguntó a sus discípulos, diciéndoles: ¿Quién dicen los hombres que soy yo?
28Y le respondieron, diciendo: Unos, Juan el Bautista; y otros Elías; pero otros, uno de los profetas.
29Él les preguntó de nuevo: Pero vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Pedro, le dijo: Tú eres el Cristo.
30Y Él les advirtió severamente que no hablaran de Él a nadie.
Jesús anuncia su muerte y resurrección
31Y comenzó a enseñarles que el Hijo del Hombre debía padecer muchas cosas, y ser rechazado por los ancianos, los principales sacerdotes y los escribas, y ser muerto, y después de tres días resucitar.
32Y les decía estas palabras claramente. Y Pedro le llevó aparte y comenzó a reprenderlo.
33Mas Él volviéndose y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro y le dijo: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!, porque no tienes en mente las cosas de Dios, sino las de los hombres.
Condiciones para seguir a Jesús
34Y llamando a la multitud y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz, y sígame.
35Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará.
36Pues, ¿de qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero y perder su alma?
37Pues ¿qué dará un hombre a cambio de su alma?
38Porque cualquiera que se averguence de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre también se avergonzará de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.
Marcos 9
1Y les decía: En verdad os digo que hay algunos de los que están aquí que no probarán la muerte hasta que vean el reino de Dios después de que haya venido con poder.
La transfiguración
2Seis días después, Jesús tomó consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan, y los llevó aparte, solos, a un monte alto; y se transfiguró delante de ellos;
3y sus vestiduras se volvieron resplandecientes, muy blancas, tal como ningún lavandero sobre la tierra las puede emblanquecer.
4Y se les apareció Elías junto con Moisés, y estaban hablando con Jesús.
5Entonces Pedro, interviniendo, dijo a Jesús: Rabí, bueno es estarnos aquí; hagamos tres enramadas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.
6Porque él no sabía qué decir, pues estaban aterrados.
7Entonces se formó una nube, cubriéndolos, y una voz salió de la nube: Éste es mi Hijo amado, a Él oíd.
8Y enseguida miraron en derredor, pero ya no vieron a nadie con ellos, sino a Jesús solo.
La venida de Elías
9Cuando bajaban del monte, les ordenó que no contaran a nadie lo que habían visto, hasta que el Hijo del Hombre resucitara de entre los muertos.
10Y se guardaron para sí lo dicho, discutiendo entre sí qué significaría resucitar de entre los muertos.
11Y le preguntaron, diciendo: ¿Por qué dicen los escribas que Elías debe venir primero?
12Y Él les dijo: Es cierto que Elías, al venir primero, restaurará todas las cosas. Y, sin embargo, ¿cómo está escrito del Hijo del Hombre que padezca mucho y sea despreciado?
13Pero yo os digo que Elías ya ha venido, y le hicieron cuanto quisieron, tal como está escrito de él.
Jesús sana a un muchacho endemoniado
14Cuando volvieron a los discípulos, vieron una gran multitud que les rodeaba, y a unos escribas que discutían con ellos.
15Enseguida, cuando toda la multitud vio a Jesús, quedó sorprendida, y corriendo hacia Él, le saludaban.
16Y Él les preguntó: ¿Qué discutís con ellos?
17Y uno de la multitud le respondió: Maestro, te traje a mi hijo que tiene un espíritu mudo,
18y siempre que se apodera de él, lo derriba, y echa espumarajos, cruje los dientes y se va consumiendo. Y dije a tus discípulos que lo expulsaran, pero no pudieron.
19Respondiéndoles Jesús, dijo: ¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo os tendré que soportar? ¡Traédmelo!
20Y se lo trajeron. Y cuando el espíritu vio a Jesús, al instante sacudió con violencia al muchacho, y éste, cayendo a tierra, se revolcaba echando espumarajos.
21Jesús preguntó al padre: ¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto? Y él respondió: Desde su niñez.
22Y muchas veces lo ha echado en el fuego y también en el agua para destruirlo. Pero si tú puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros y ayúdanos.
23Jesús le dijo: "¿Cómo si tú puedes?" Todas las cosas son posibles para el que cree.
24Al instante el padre del muchacho gritó y dijo: Creo; ayúdame en mi incredulidad.
25Cuando Jesús vio que se agolpaba una multitud, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te ordeno: Sal de él y no vuelvas a entrar en él.
26Y después de gritar y de sacudirlo con terribles convulsiones, salió: y el muchacho quedó como muerto, tanto, que la mayoría de ellos decían: ¡Está muerto!
27Pero Jesús, tomándolo de la mano, lo levantó, y él se puso en pie.
28Cuando entró Jesús en la casa, sus discípulos le preguntaban en privado: ¿Por qué nosotros no pudimos echarlo fuera?
29Y Él les dijo: Esta clase con nada puede salir, sino con oración.
Jesús anuncia otra vez su muerte
30Saliendo de allí, iban pasando por Galilea, y Él no quería que nadie lo supiera.
31Porque enseñaba a sus discípulos, y les decía: El Hijo del Hombre será entregado en manos de los hombres y le matarán; y después de muerto, a los tres días resucitará.
32Pero ellos no entendían lo que decía, y tenían miedo de preguntarle.
El mayor en el reino de los cielos
33Y llegaron a Capernaúm; y estando ya en la casa, les preguntaba: ¿Qué discutíais por el camino?
34Pero ellos guardaron silencio, porque en el camino habían discutido entre sí quién de ellos era el mayor.
35Sentándose, llamó a los doce y les dijo: Si alguno desea ser el primero, será el último de todos y el servidor de todos.
36Y tomando a un niño, lo puso en medio de ellos; y tomándolo en sus brazos les dijo:
37El que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, no me recibe a mí, sino a aquel que me envió.
Recompensas y advertencias
38Juan le dijo: Maestro, vimos a uno echando fuera demonios en tu nombre, y tratamos de impedírselo, porque no nos seguía.
39Pero Jesús dijo: No se lo impidáis, porque no hay nadie que haga un milagro en mi nombre, y que pueda enseguida hablar mal de mí.
40Pues el que no está contra nosotros, por nosotros está.
41Porque cualquiera que os dé de beber un vaso de agua, por razón de vuestro nombre, ya que sois seguidores de Cristo, en verdad os digo que no perderá su recompensa.
42Y cualquiera que haga tropezar a uno de estos pequeñitos que creen en mí, mejor le fuera si le hubieran atado al cuello una piedra de molino de las que mueve un asno, y lo hubieran echado al mar.
43Y si tu mano te es ocasión de pecar, córtala; te es mejor entrar en la vida manco, que teniendo las dos manos ir al infierno, al fuego inextinguible,
44donde el gusano de ellos no muere, y el fuego no se apaga.
45Y si tu pie te es ocasión de pecar, córtalo; te es mejor entrar cojo a la vida, que teniendo los dos pies ser echado al infierno,
46donde el gusano de ellos no muere, y el fuego no se apaga.
47Y si tu ojo te es ocasión de pecar, sácatelo; te es mejor entrar al reino de Dios con un solo ojo, que teniendo dos ojos ser echado al infierno,
48donde el gusano de ellos no muere, y el fuego no se apaga.
49Porque todos serán salados con fuego.
50La sal es buena; pero si la sal se vuelve insípida, ¿con qué la sazonaréis? Tened sal en vosotros y estad en paz los unos con los otros.
Marcos 10
Jesús en Judea
1Levantándose de allí, Jesús se fue a la región de Judea y al otro lado del Jordán; y se reunieron* de nuevo las multitudes junto a Él, y una vez más, como acostumbraba, les enseñaba.
Enseñanza de Jesús sobre el divorcio
2Y se le acercaron algunos fariseos, y para ponerle a prueba, le preguntaban si era lícito a un hombre divorciarse de su mujer.
3Y respondiendo Él, les dijo: ¿Qué os mandó Moisés?
4Y ellos dijeron: Moisés permitió al hombre escribir CARTA DE DIVORCIO Y REPUDIARLA .
5Pero Jesús les dijo: Por la dureza de vuestro corazón os escribió este mandamiento.
6Pero desde el principio de la creación, Dios LOS HIZO VARON Y HEMBRA.
7POR ESTA RAZON EL HOMBRE DEJARA A SU PADRE Y A SU MADRE,
8Y LOS DOS SERAN UNA SOLA CARNE; por consiguiente, ya no son dos, sino una sola carne.
9Por tanto, lo que Dios ha unido, ningún hombre lo separe.
10Y ya en la casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre esto.
11Y Él les dijo: Cualquiera que se divorcie de su mujer y se case con otra, comete adulterio contra ella;
12y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio.
Jesús bendice a los niños
13Y le traían niños para que los tocara; y los discípulos los reprendieron.
14Pero cuando Jesús vio esto, se indignó y les dijo: Dejad que los niños vengan a mí; no se lo impidáis, porque de los que son como éstos es el reino de Dios.
15En verdad os digo: el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él.
16Y tomándolos en sus brazos, los bendecía, poniendo las manos sobre ellos.
El joven rico
17Cuando salía para seguir su camino, vino uno corriendo, y arrodillándose delante de Él, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?
18Y Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, sino sólo uno, Dios.
19Tú sabes los mandamientos: "NO MATES, NO COMETAS ADULTERIO, NO HURTES, NO DES FALSO TESTIMONIO, NO DEFRAUDES, HONRA A TU PADRE Y A TU MADRE".
20Y él le dijo: Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud.
21Jesús, mirándolo, lo amó y le dijo: Una cosa te falta: ve y vende cuanto tienes y da a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme.
22Pero él, afligido por estas palabras, se fue triste, porque era dueño de muchos bienes.
Peligro de las riquezas
23Jesús, mirando en derredor, dijo a sus discípulos: ¡Qué difícil será para los que tienen riquezas entrar en el reino de Dios!
24Y los discípulos se asombraron de sus palabras. Pero Jesús respondiendo de nuevo, les dijo: Hijos, ¡qué difícil es entrar en el reino de Dios!
25Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el reino de Dios.
26Ellos se asombraron aún más, diciendo entre sí: ¿Y quién podrá salvarse?
27Mirándolos Jesús, dijo: Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque todas las cosas son posibles para Dios.
28Entonces Pedro comenzó a decirle: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.
29Jesús dijo: En verdad os digo: No hay nadie que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o madre, o padre, o hijos o tierras por causa de mí y por causa del evangelio,
30que no reciba cien veces más ahora en este tiempo: casas, y hermanos, y hermanas, y madres, e hijos, y tierras junto con persecuciones; y en el siglo venidero, la vida eterna.
31Pero muchos primeros serán últimos, y los últimos, primeros.
Jesús anuncia su muerte por tercera vez
32E iban por el camino subiendo a Jerusalén, y Jesús iba delante de ellos; y estaban perplejos, y los que le seguían tenían miedo. Y tomando aparte de nuevo a los doce, comenzó a decirles lo que le iba a suceder:
33He aquí, subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte y le entregarán a los gentiles.
34Y se burlarán de Él y le escupirán, le azotarán y le matarán, y tres días después resucitará.
Petición de Jacobo y Juan
35Y se le acercaron Jacobo y Juan, los dos hijos de Zebedeo, diciéndole: Maestro, queremos que hagas por nosotros lo que te pidamos.
36Y El les dijo: ¿Qué queréis que haga por vosotros?
37Ellos le dijeron: Concédenos que en tu gloria nos sentemos uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.
38Pero Jesús les dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo bebo, o ser bautizados con el bautismo con que soy bautizado?
39Y ellos le dijeron: Podemos. Y Jesús les dijo: La copa que yo bebo, beberéis; y seréis bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado.
40Pero el que os sentéis a mi derecha o a mi izquierda, no es mío el concederlo, sino que es para quienes ha sido preparado.
41Al oír esto, los diez comenzaron a indignarse contra Jacobo y Juan.
42Y llamándolos junto a sí, Jesús les dijo: Sabéis que los que son reconocidos como gobernantes de los gentiles se enseñorean de ellos, y que sus grandes ejercen autoridad sobre ellos.
43Pero entre vosotros no es así, sino que cualquiera de vosotros que desee llegar a ser grande será vuestro servidor,
44y cualquiera de vosotros que desee ser el primero será siervo de todos.
45Porque ni aun el Hijo del Hombre vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.
El ciego Bartimeo es sanado
46Entonces llegaron a Jericó. Y cuando salía de Jericó con sus discípulos y una gran multitud, un mendigo ciego llamado Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino.
47Y cuando oyó que era Jesús el Nazareno, comenzó a gritar y a decir: ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!
48Y muchos lo reprendían para que se callara, pero él gritaba mucho más: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí!
49Y Jesús se detuvo y dijo: Llamadle. Y llamaron al ciego, diciéndole: ¡Anímate! Levántate, que te llama.
50Y arrojando su manto, se levantó de un salto y fue a Jesús.
51Y dirigiéndose a él, Jesús le dijo: ¿Qué deseas que haga por ti? Y el ciego le respondió: Raboní, que recobre la vista.
52Y Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha sanado. Y al instante recobró la vista, y le seguía por el camino.
Marcos 11
La entrada triunfal
1Cuando se acercaban a Jerusalén, por Betfagé y Betania, cerca del monte de los Olivos, envió a dos de sus discípulos,
2y les dijo: Id a la aldea enfrente de vosotros, y tan pronto como entréis en ella, encontraréis un pollino atado en el cual nadie se ha montado todavía; desatadlo y traedlo.
3Y si alguien os dice: "¿Por qué hacéis eso?" decid: "El Señor lo necesita"; y enseguida lo devolverá acá.
4Ellos fueron y encontraron un pollino atado junto a la puerta, afuera en la calle, y lo desataron.
5Y algunos de los que estaban allí les dijeron: ¿Qué hacéis desatando el pollino?
6Ellos les respondieron tal como Jesús les había dicho, y les dieron permiso.
7Entonces trajeron el pollino a Jesús y echaron encima sus mantos, y Jesús se sentó sobre él.
8Y muchos tendieron sus mantos en el camino, y otros tendieron ramas que habían cortado de los campos.
9Los que iban delante y los que le seguían, gritaban:
¡Hosanna!
BENDITO EL QUE VIENE EN EL NOMBRE DEL SEÑOR;
10Bendito el reino de nuestro padre David que viene;
¡Hosanna en las alturas!
11Y entró en Jerusalén, llegó al templo, y después de mirar todo a su alrededor, salió para Betania con los doce, siendo ya avanzada la hora.
La higuera estéril
12Al día siguiente, cuando salieron de Betania, Jesús tuvo hambre.
13Y viendo de lejos una higuera con hojas, fue a ver si quizá pudiera hallar algo en ella; cuando llegó a ella, no encontró más que hojas, porque no era tiempo de higos.
14Y Jesús, hablando a la higuera, le dijo: Nunca jamás coma nadie fruto de ti. Y sus discípulos le estaban escuchando.
Jesús echa a los mercaderes del templo
15Llegaron a Jerusalén; y entrando Jesús en el templo comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban en el templo, volcó las mesas de los cambistas y los asientos de los que vendían las palomas;
16y no permitía que nadie transportara objeto alguno a través del templo.
17Y les enseñaba, diciendo: ¿No está escrito: "MI CASA SERA LLAMADA CASA DE ORACION PARA TODAS LAS NACIONES"? Pero vosotros la habéis hecho CUEVA DE LADRONES.
18Los principales sacerdotes y los escribas oyeron esto y buscaban cómo destruirle, porque le tenían miedo, pues toda la multitud estaba admirada de su enseñanza.
19Y cuando atardecía, solían salir fuera de la ciudad.
El poder de la fe
20Por la mañana, cuando pasaban, vieron la higuera seca desde las raíces.
21Entonces Pedro, acordándose, le dijo: Rabí, mira, la higuera que maldijiste se ha secado.
22Y Jesús respondió, diciéndoles: Tened fe en Dios.
23En verdad os digo que cualquiera que diga a este monte: "Quítate y arrójate al mar", y no dude en su corazón, sino crea que lo que dice va a suceder, le será concedido.
24Por eso os digo que todas las cosas por las que oréis y pidáis, creed que ya las habéis recibido, y os serán concedidas .
25Y cuando estéis orando, perdonad si tenéis algo contra alguien, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone vuestras transgresiones.
26Pero si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos perdonará vuestras transgresiones.
La autoridad de Jesús puesta en duda
27Llegaron de nuevo a Jerusalén; y cuando Jesús andaba por el templo, se le acercaron los principales sacerdotes, los escribas y los ancianos,
28y le dijeron: ¿Con qué autoridad haces estas cosas, o quién te dio la autoridad para hacer esto?
29Y Jesús les dijo: Yo también os haré una pregunta; respondédmela, y entonces os diré con qué autoridad hago estas cosas.
30El bautismo de Juan, ¿era del cielo o de los hombres? Respondedme.
31Y ellos discurrían entre sí, diciendo: Si decimos: "Del cielo", El dirá: "Entonces, ¿por qué no le creísteis?"
32¿Mas si decimos: "De los hombres"? Pero temían a la multitud, porque todos consideraban que Juan verdaderamente había sido un profeta.
33Y respondiendo a Jesús, dijeron: No sabemos. Y Jesús les dijo: Tampoco yo os diré con qué autoridad hago estas cosas.
Marcos 12
Parábola de los labradores malvados
1Entonces comenzó a hablarles en parábolas: Un hombre plantó una viña y la cercó con un muro, cavó un estanque debajo del lagar y edificó una torre; la arrendó a labradores y se fue de viaje.
2Al tiempo de la vendimia envió un siervo a los labradores para recibir de los labradores su parte de los frutos de la viña.
3Pero ellos, echándole mano, lo golpearon y lo enviaron con las manos vacías.
4De nuevo les mandó otro siervo, y a él lo hirieron en la cabeza y lo trataron vergonzosamente.
5Y envió a otro y a éste lo mataron; y así con otros muchos, golpeando a unos y matando a otros.
6Todavía le quedaba uno, un hijo amado; y les envió a este último, diciendo: "Respetarán a mi hijo."
7Pero aquellos labradores se dijeron entre sí: "Este es el heredero; ¡venid, matémosle, y la heredad será nuestra!"
8Y echándole mano, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña.
9¿Qué hará, entonces, el dueño de la viña? Vendrá y destruirá a los labradores, y dará la viña a otros.
10¿Ni aun esta Escritura habéis leído:
"LA PIEDRA QUE DESECHARON LOS CONSTRUCTORES,
ESA, EN PIEDRA ANGULAR SE HA CONVERTIDO;
11ESTO FUE HECHO DE PARTE DEL SEÑOR,
Y ES MARAVILLOSO A NUESTROS OJOS"?
12Y procuraban prenderle, pero temían a la multitud, porque comprendieron que contra ellos había dicho la parábola. Y dejándole, se fueron.
El pago del impuesto al César
13Y le enviaron algunos de los fariseos y de los herodianos para sorprenderle en alguna palabra.
14Y cuando ellos llegaron, le dijeron: Maestro, sabemos que eres veraz y que no buscas el favor de nadie, porque eres imparcial, y enseñas el camino de Dios con verdad. ¿Es lícito pagar impuesto al César, o no?
15¿Pagaremos o no pagaremos? Pero Él, dándose cuenta de su hipocresía, les dijo: ¿Por qué me estáis poniendo a prueba? Traedme un denario para verlo.
16Se lo trajeron, y Él les dijo: ¿De quién es esta imagen y la inscripción? Y ellos le dijeron: Del César.
17Entonces Jesús les dijo: Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios. Y se maravillaban de Él.
Pregunta sobre la resurrección
18Y algunos saduceos (los que dicen que no hay resurrección) se le acercaron, y le preguntaban, diciendo:
19Maestro, Moisés nos dejó escrito: SI EL HERMANO DE ALGUNO MUERE y deja mujer Y NO DEJA HIJO, que SU HERMANO TOME LA MUJER Y LEVANTE DESCENDENCIA A SU HERMANO.
20Hubo siete hermanos; y el primero tomó esposa, y murió sin dejar descendencia.
21Y el segundo la tomó, y murió sin dejar descendencia; y asimismo el tercero;
22y así los siete, sin dejar descendencia. Y por último murió también la mujer.
23En la resurrección, cuando resuciten, ¿de cuál de ellos será mujer? Pues los siete la tuvieron por mujer.
24Jesús les dijo: ¿No es ésta la razón por la que estáis equivocados: que no entendéis las Escrituras ni el poder de Dios?
25Porque cuando resuciten de entre los muertos, ni se casarán ni serán dados en matrimonio, sino que serán como los ángeles en los cielos.
26Y en cuanto a que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, en el pasaje sobre la zarza ardiendo, cómo Dios le habló, diciendo: "YO SOY EL DIOS DE ABRAHAM, Y EL DIOS DE ISAAC, Y EL DIOS DE JACOB"?
27El no es Dios de muertos, sino de vivos; vosotros estáis muy equivocados.
El mandamiento supremo
28Cuando uno de los escribas se acercó, los oyó discutir, y reconociendo que les había contestado bien, le preguntó: ¿Cuál mandamiento es el más importante de todos?
29Jesús respondió: El más importante es: "ESCUCHA, ISRAEL; EL SEÑOR NUESTRO DIOS, EL SEÑOR UNO ES;
30Y AMARAS AL SEÑOR TU DIOS CON TODO TU CORAZON, Y CON TODA TU ALMA, Y CON TODA TU MENTE, Y CON TODA TU FUERZA."
31El segundo es éste: "AMARAS A TU PROJIMO COMO A TI MISMO." No hay otro mandamiento mayor que éstos.
32Y el escriba le dijo: Muy bien, Maestro; con verdad has dicho que ÉL ES UNO, Y NO HAY OTRO ADEMAS DE ÉL;
33Y QUE AMARLE CON TODO EL CORAZON Y CON TODO EL ENTENDIMIENTO Y CON TODAS LAS FUERZAS, Y AMAR AL PROJIMO COMO A UNO MISMO, es más que todos los holocaustos y los sacrificios.
34Viendo Jesús que él había respondido sabiamente, le dijo: No estás lejos del reino de Dios. Y después de eso, nadie se aventuraba a hacerle más preguntas.
Jesús, Hijo y Señor de David
35Y tomando la palabra, Jesús decía mientras enseñaba en el templo: ¿Por qué dicen los escribas que el Cristo es hijo de David?
36David mismo dijo por el Espíritu Santo:
"EL SEÑOR DIJO A MI SEÑOR:
'SIENTATE A MI DIESTRA,
HASTA QUE PONGA A TUS ENEMIGOS DEBAJO DE TUS PIES.'"
37David mismo le llama "Señor." ¿En qué sentido es, pues, su hijo? Y la gran multitud le escuchaba con gusto.
Advertencia contra los escribas
38Y en su enseñanza les decía: Cuidaos de los escribas, a quienes les gusta andar con vestiduras largas, y aman los saludos respetuosos en las plazas,
39los primeros asientos en las sinagogas y los lugares de honor en los banquetes;
40que devoran las casas de las viudas, y por las apariencias hacen largas oraciones; éstos recibirán mayor condenación.
La ofrenda de la viuda
41Jesús se sentó frente al arca del tesoro, y observaba cómo la multitud echaba dinero en el arca del tesoro; y muchos ricos echaban grandes cantidades.
42Y llegó una viuda pobre y echó dos pequeñas monedas de cobre, o sea, un cuadrante.
43Y llamando a sus discípulos, les dijo: En verdad os digo, que esta viuda pobre echó más que todos los contribuyentes al tesoro;
44porque todos ellos echaron de lo que les sobra, pero ella, de su pobreza echó todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir.
Marcos 13
Profecía sobre la destrucción del templo
1Cuando salía del templo, uno de sus discípulos le dijo: Maestro, ¡mira qué piedras y qué edificios!
2Y Jesús le dijo: ¿Ves estos grandes edificios? No quedará piedra sobre piedra que no sea derribada.
Señales antes del fin
3Y estando Él sentado en el monte de los Olivos, frente al templo, Pedro, Jacobo, Juan y Andrés le preguntaban en privado:
4Dinos, ¿cuándo sucederá esto, y qué señal habrá cuando todas estas cosas se hayan de cumplir?
5Y Jesús comenzó a decirles: Mirad que nadie os engañe.
6Muchos vendrán en mi nombre diciendo: "Yo soy el Cristo", y engañarán a muchos.
7Y cuando oigáis de guerras y de rumores de guerras, no os alarméis; es necesario que todo esto suceda, pero todavía no es el fin.
8Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá terremotos en diversos lugares; y habrá hambres. Esto sólo es el comienzo de dolores.
9Pero estad alerta; porque os entregarán a los tribunales y seréis azotados en las sinagogas, y compareceréis delante de gobernadores y reyes por mi causa, para testimonio a ellos.
10Pero primero el evangelio debe ser predicado a todas las naciones.
11Y cuando os lleven y os entreguen, no os preocupéis de antemano por lo que vais a decir, sino que lo que os sea dado en aquella hora, eso hablad; porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo.
12Y el hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo; y los hijos se levantarán contra los padres, y les causarán la muerte.
13Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre, pero el que persevere hasta el fin, ése será salvo.
La abominación de la desolación
14Mas cuando veáis la ABOMINACION DE LA DESOLACION puesta donde no debe estar (el que lea, que entienda), entonces los que estén en Judea huyan a los montes;
15y el que esté en la azotea, no baje ni entre a sacar nada de su casa;
16y el que esté en el campo, no vuelva atrás a tomar su capa.
17Pero, ¡ay de las que estén encinta y de las que estén criando en aquellos días!
18Orad para que esto no suceda en el invierno.
19Porque aquellos días serán de tribulación, tal como no ha acontecido desde el principio de la creación que hizo Dios hasta ahora, ni acontecerá jamás.
20Y si el Señor no hubiera acortado aquellos días, nadie se salvaría; pero por causa de los escogidos que Él eligió, acortó los días.
21Entonces, si alguno os dice: "Mirad, aquí está el Cristo", o: "Mirad, allí está", no le creáis.
22Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y mostrarán señales y prodigios a fin de extraviar, de ser posible, a los escogidos.
23Mas vosotros, estad alerta; ved que os lo he dicho todo de antemano.
La venida del Hijo del Hombre
24Pero en aquellos días, después de esa tribulación, EL SOL SE OSCURECERA Y LA LUNA NO DARA SU LUZ,
25LAS ESTRELLAS IRAN CAYENDO del cielo y las potencias que están en los cielos serán sacudidas.
26Entonces verán AL HIJO DEL HOMBRE QUE VIENE EN LAS NUBES con gran poder y gloria.
27Y entonces enviará a los ángeles, y reunirá a sus escogidos de los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo.
Parábola de la higuera
28De la higuera aprended la parábola: cuando su rama ya se pone tierna y echa las hojas, sabéis que el verano está cerca.
29Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que Él está cerca, a las puertas.
30En verdad os digo que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda.
31El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán.
32Pero de aquel día o de aquella hora nadie sabe, ni siquiera los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre.
Exhortación a velar
33Estad alerta, velad; porque no sabéis cuándo es el tiempo señalado.
34Es como un hombre que se fue de viaje, y al salir de su casa dejó a sus siervos encargados, asignándole a cada uno su tarea, y ordenó al portero que estuviera alerta.
35Por tanto, velad, porque no sabéis cuándo viene el señor de la casa, si al atardecer, o a la medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer;
36no sea que venga de repente y os halle dormidos.
37Y lo que a vosotros digo, a todos lo digo: ¡Velad!
Marcos 14
Complot para prender y matar a Jesús
1Faltaban dos días para la Pascua y para la fiesta de los panes sin levadura; y los principales sacerdotes y los escribas buscaban cómo prenderle con engaño y matarle ;
2porque decían: No durante la fiesta, no sea que haya un tumulto del pueblo.
Jesús ungido en Betania
3Y estando Él en Betania, sentado a la mesa en casa de Simón el leproso, vino una mujer con un frasco de alabastro de perfume muy costoso de nardo puro; y rompió el frasco y lo derramó sobre la cabeza de Jesús.
4Pero algunos estaban indignados y se decían unos a otros: ¿Para qué se ha hecho este desperdicio de perfume?
5Porque este perfume podía haberse vendido por más de trescientos denarios, y dado el dinero a los pobres. Y la reprendían.
6Pero Jesús dijo: Dejadla; ¿por qué la molestáis? Buena obra ha hecho conmigo.
7Porque a los pobres siempre los tendréis con vosotros; y cuando queráis les podréis hacer bien; pero a mí no siempre me tendréis.
8Ella ha hecho lo que ha podido; se ha anticipado a ungir mi cuerpo para la sepultura.
9Y en verdad os digo: Dondequiera que el evangelio se predique en el mundo entero, también se hablará de lo que ésta ha hecho, para memoria suya.
Traición de Judas
10Entonces Judas Iscariote, que era uno de los doce, fue a los principales sacerdotes para entregarles a Jesús.
11Cuando ellos lo oyeron, se alegraron y prometieron darle dinero. Y él buscaba cómo entregarle en un momento oportuno.
Preparación de la Pascua
12El primer día de la fiesta de los panes sin levadura, cuando se sacrificaba el cordero de la Pascua, sus discípulos le dijeron: ¿Dónde quieres que vayamos y hagamos los preparativos para que comas la Pascua?
13Y envió a dos de sus discípulos, y les dijo: Id a la ciudad, y allí os saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle;
14y donde él entre, decid al dueño de la casa: "El Maestro dice: '¿Dónde está mi habitación en la que pueda comer la Pascua con mis discípulos?'"
15Y él os mostrará un gran aposento alto, amueblado y preparado; haced los preparativos para nosotros allí.
16Salieron, pues, los discípulos y llegaron a la ciudad, y encontraron todo tal como El les había dicho; y prepararon la Pascua.
Jesús identifica al traidor
17Al atardecer llegó Él con los doce.
18Y estando sentados a la mesa comiendo, Jesús dijo: En verdad os digo que uno de vosotros me entregará; el que come conmigo.
19Ellos comenzaron a entristecerse y a decirle uno por uno: ¿Acaso soy yo?
20Y Él les dijo: Es uno de los doce, el que moja conmigo en el plato.
21Porque el Hijo del Hombre se va tal y como está escrito de El; pero ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Mejor le fuera a ese hombre no haber nacido.
Institución de la Cena del Señor
22Y mientras comían, tomó pan, y habiéndolo bendecido lo partió, se lo dio a ellos, y dijo: Tomad, esto es mi cuerpo.
23Y tomando una copa, después de dar gracias, se la dio a ellos, y todos bebieron de ella.
24Y les dijo: Esto es mi sangre del nuevo pacto, que es derramada por muchos.
25En verdad os digo: Ya no beberé más del fruto de la vid hasta aquel día cuando lo beba nuevo en el reino de Dios.
26Después de cantar un himno, salieron para el monte de los Olivos.
Jesús predice la negación de Pedro
27Y Jesús les dijo: Todos vosotros os apartaréis, porque escrito está: "HERIRE AL PASTOR, Y LAS OVEJAS SE DISPERSARAN."
28Pero después de que yo haya resucitado, iré delante de vosotros a Galilea.
29Entonces Pedro le dijo: Aunque todos se aparten, yo, sin embargo, no lo haré.
30Y Jesús le dijo: En verdad te digo que tú, hoy, esta misma noche, antes que el gallo cante dos veces, me negarás tres veces.
31Pero Pedro con insistencia repetía: Aunque tenga que morir contigo, no te negaré. Y todos decían también lo mismo.
Jesús en Getsemaní
32Y llegaron a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí hasta que yo haya orado.
33Y tomó consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan, y comenzó a afligirse y a angustiarse mucho.
34Y les dijo: Mi alma está muy afligida, hasta el punto de la muerte; quedaos aquí y velad.
35Adelantándose un poco, se postró en tierra y oraba que si fuera posible, pasara de El aquella hora.
36Y decía: ¡Abba, Padre! Para ti todas las cosas son posibles; aparta de mí esta copa, pero no sea lo que yo quiero, sino lo que tú quieras .
37Entonces vino y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: Simón, ¿duermes? ¿No pudiste velar ni por una hora?
38Velad y orad para que no entréis en tentación; el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil.
39Se fue otra vez y oró, diciendo las mismas palabras.
40Y vino de nuevo y los halló durmiendo, porque sus ojos estaban muy cargados de sueño; y no sabían qué responderle.
41Vino por tercera vez, y les dijo*: ¿Todavía estáis durmiendo y descansando? Basta ya; ha llegado la hora; he aquí, el Hijo del Hombre es entregado en manos de los pecadores.
42Levantaos, vámonos; mirad, está cerca el que me entrega.
Arresto de Jesús
43En ese momento, mientras todavía estaba El hablando, llegó Judas, uno de los doce, acompañado de una multitud con espadas y garrotes, de parte de los principales sacerdotes, de los escribas y de los ancianos.
44Y el que le entregaba les había dado una señal, diciendo: Al que yo bese, ése es; prendedle y llevadle con seguridad.
45Y habiendo llegado, inmediatamente se acercó a El diciendo: ¡Rabí! Y le besó.
46Entonces ellos le echaron mano y le prendieron.
47Pero uno de los que estaban allí, sacando la espada, hirió al siervo del sumo sacerdote y le cortó la oreja.
48Y dirigiéndose Jesús a ellos, les dijo: ¿Habéis salido con espadas y garrotes para arrestarme como contra un ladrón?
49Cada día estaba con vosotros en el templo enseñando, y no me prendisteis; pero esto ha sucedido para que se cumplan las Escrituras.
50Y abandonándole, huyeron todos.
Un joven sigue a Jesús
51Cierto joven le seguía, vestido sólo con una sábana sobre su cuerpo desnudo; y lo prendieron;
52pero él, dejando la sábana, escapó desnudo.
Jesús ante el concilio
53Y llevaron a Jesús al sumo sacerdote; y se reunieron todos los principales sacerdotes, los ancianos y los escribas.
54Pedro le siguió de lejos hasta dentro del patio del sumo sacerdote; estaba sentado con los alguaciles, calentándose al fuego.
55Y los principales sacerdotes y todo el concilio, procuraban obtener testimonio contra Jesús para darle muerte, pero no lo hallaban.
56Porque muchos daban falso testimonio contra Él, pero sus testimonios no coincidían.
57Y algunos, levantándose, daban falso testimonio contra Él, diciendo:
58Nosotros le oímos decir: "Yo destruiré este templo hecho por manos, y en tres días edificaré otro no hecho por manos."
59Y ni siquiera en esto coincidía el testimonio de ellos.
60Entonces el sumo sacerdote levantándose, se puso en medio y preguntó a Jesús, diciendo: ¿No respondes nada? ¿Qué testifican éstos contra ti?
61Mas Él callaba y nada respondía. Le volvió a preguntar el sumo sacerdote, diciéndole: ¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?
62Jesús dijo: Yo soy; y veréis al HIJO DEL HOMBRE SENTADO A LA DIESTRA DEL PODER y VINIENDO CON LAS NUBES DEL CIELO.
63Entonces el sumo sacerdote, rasgando sus ropas, dijo: ¿Qué necesidad tenemos de más testigos?
64Habéis oído la blasfemia; ¿qué os parece? Y todos le condenaron, diciendo que era reo de muerte.
65Y comenzaron algunos a escupirle, a cubrirle el rostro y a darle de puñetazos, y a decirle: ¡Profetiza! Y los alguaciles le recibieron a bofetadas.
La negación de Pedro
66Estando Pedro abajo en el patio, llegó una de las sirvientas del sumo sacerdote,
67y al ver a Pedro calentándose, lo miró y dijo: Tú también estabas con Jesús el Nazareno.
68Pero él lo negó, diciendo: Ni sé, ni entiendo de qué hablas. Y salió al portal, y un gallo cantó.
69Cuando la sirvienta lo vio, de nuevo comenzó a decir a los que estaban allí: Este es uno de ellos.
70Pero él lo negó otra vez. Y poco después los que estaban allí volvieron a decirle a Pedro: Seguro que tú eres uno de ellos, pues también eres galileo.
71Pero él comenzó a maldecir y a jurar: ¡Yo no conozco a este hombre de quien habláis!
72Al instante un gallo cantó por segunda vez. Entonces Pedro recordó lo que Jesús le había dicho: Antes que el gallo cante dos veces, me negarás tres veces. Y se echó a llorar.
Marcos 15
Jesús ante Pilato
1Muy de mañana, los principales sacerdotes prepararon enseguida una reunión con los ancianos, los escribas y todo el concilio; y atando a Jesús, le llevaron y le entregaron a Pilato.
2Pilato le preguntó: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Respondiendo Él, le dijo: Tú lo dices.
3Y los principales sacerdotes le acusaban de muchas cosas.
4De nuevo Pilato le preguntó, diciendo: ¿No respondes nada? Mira de cuántas cosas te acusan.
5Pero Jesús no respondió nada más; de modo que Pilato estaba asombrado.
Jesús o Barrabás
6Ahora bien, en cada fiesta él acostumbraba soltarles un preso, el que ellos pidieran.
7Y uno llamado Barrabás había sido encarcelado con los sediciosos que habían cometido homicidio en la insurrección.
8Y subiendo la multitud, comenzó a pedirle que hiciera como siempre les había hecho.
9Entonces Pilato les contestó, diciendo: ¿Queréis que os suelte al Rey de los judíos?
10Porque sabía que los principales sacerdotes le habían entregado por envidia.
11Pero los principales sacerdotes incitaron a la multitud para que le pidiera que en vez de Jesús les soltara a Barrabás.
12Y Pilato, tomando de nuevo la palabra, les decía: ¿Qué haré, entonces, con el que llamáis el Rey de los judíos?
13Ellos le respondieron a gritos: ¡Crucifícale!
14Y Pilato les decía: ¿Por qué? ¿Qué mal ha hecho? Y ellos gritaban aún más: ¡Crucifícale!
15Pilato, queriendo complacer a la multitud, les soltó a Barrabás; y después de hacer azotar a Jesús, le entregó para que fuera crucificado.
Los soldados se mofan de Jesús
16Entonces los soldados le llevaron dentro del palacio, es decir, al Pretorio, y convocaron a toda la cohorte romana .
17Le vistieron de púrpura, y después de tejer una corona de espinas, se la pusieron;
18y comenzaron a vitorearle: ¡Salve, Rey de los judíos!
19Le golpeaban la cabeza con una caña y le escupían, y poniéndose de rodillas le hacían reverencias.
20Y después de haberse burlado de Él, le quitaron la púrpura, le pusieron sus ropas y le sacaron para crucificarle.
21Y obligaron a uno que pasaba y que venía del campo, Simón de Cirene, el padre de Alejandro y Rufo, a que llevara la cruz de Jesús.
La crucifixión
22Le llevaron al lugar llamado Gólgota, que traducido significa: Lugar de la Calavera.
23Y trataron de darle vino mezclado con mirra, pero El no lo tomó.
24Cuando le crucificaron, SE REPARTIERON SUS VESTIDOS, ECHANDO SUERTES SOBRE ELLOS para decidir lo que cada uno tomaría.
25Era la hora tercera cuando LE CRUCIFICARON.
26Y la inscripción de la acusación contra Él decía: EL REY DE LOS JUDIOS.
27Crucificaron con Él a dos ladrones; uno a su derecha y otro a su izquierda.
28Y se cumplió la Escritura que dice: Y CON LOS TRANSGRESORES FUÉ CONTADO.
29Y los que pasaban le injuriaban, meneando la cabeza y diciendo: ¡Bah! Tú que destruyes el templo y en tres días lo reedificas,
30¡sálvate a ti mismo descendiendo de la cruz!
31De igual manera, también los principales sacerdotes junto con los escribas, burlándose de Él entre ellos, decían: A otros salvó, a sí mismo no puede salvarse.
32Que este Cristo, el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, para que veamos y creamos. Y los que estaban crucificados con Él también le insultaban.
Muerte de Jesús
33Cuando llegó la hora sexta hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora novena.
34Y a la hora novena Jesús exclamó con fuerte voz: ELOI, ELOI, ¿LEMA SABACTANI?, que traducido significa, DIOS MIO, DIOS MIO, ¿POR QUE ME HAS ABANDONADO?
35Algunos de los que estaban allí, al oírlo, decían: Mirad, a Elías llama.
36Entonces uno corrió y empapó una esponja en vinagre, y poniéndola en una caña, le dio a beber, diciendo: Dejad, veamos si Elías viene a bajarle.
37Y Jesús dando un fuerte grito, expiró.
38Y el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo.
39Viendo el centurión que estaba frente a Él, la manera en que expiró, dijo: En verdad este hombre era Hijo de Dios.
40Había también unas mujeres mirando de lejos, entre las que estaban María Magdalena, María, la madre de Jacobo el menor y de José, y Salomé,
41las cuales cuando Jesús estaba en Galilea, le seguían y le servían; y había muchas otras que habían subido con Él a Jerusalén.
Sepultura de Jesús
42Ya al atardecer, como era el día de la preparación, es decir, la víspera del día de reposo,
43vino José de Arimatea, miembro prominente del concilio, que también esperaba el reino de Dios; y llenándose de valor, entró adonde estaba Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús.
44Pilato se sorprendió de que ya hubiera muerto, y llamando al centurión, le preguntó si ya estaba muerto.
45Y comprobando esto por medio del centurión, le concedió el cuerpo a José,
46quien compró un lienzo de lino, y bajándole de la cruz, le envolvió en el lienzo de lino y le puso en un sepulcro que había sido excavado en la roca; e hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro.
47Y María Magdalena y María, la madre de José, miraban para saber dónde le ponían.
Marcos 16
La resurrección
1Pasado el día de reposo, María Magdalena, María, la madre de Jacobo, y Salomé, compraron especias aromáticas para ir a ungirle.
2Y muy de mañana, el primer día de la semana, llegaron al sepulcro cuando el sol ya había salido.
3Y se decían unas a otras: ¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro?
4Cuando levantaron los ojos, vieron que la piedra, aunque era sumamente grande, había sido removida.
5Y entrando en el sepulcro, vieron a un joven sentado al lado derecho, vestido con ropaje blanco; y ellas se asustaron.
6Pero él les dijo: No os asustéis; buscáis a Jesús nazareno, el crucificado. Ha resucitado, no está aquí; mirad el lugar donde le pusieron.
7Pero id, decid a sus discípulos y a Pedro: "Él va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis, tal como os dijo."
8Y saliendo ellas, huyeron del sepulcro, porque un gran temblor y espanto se había apoderado de ellas; y no dijeron nada a nadie porque tenían miedo.
Aparición de Jesús a María Magdalena
9Y después de haber resucitado, muy temprano el primer día de la semana, Jesús se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado fuera siete demonios.
10Y ella fue y se lo comunicó a los que habían estado con Él, que estaban lamentándose y llorando.
11Cuando ellos oyeron que Él estaba vivo y que ella le había visto, se negaron a creerlo.
Aparición a dos discípulos
12Después de esto, se apareció en forma distinta a dos de ellos cuando iban de camino al campo.
13Y éstos fueron y se lo comunicaron a los demás, pero a ellos tampoco les creyeron.
La gran comisión
14Después se apareció a los once mismos cuando estaban sentados a la mesa, y los reprendió por su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado.
15Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
16El que crea y sea bautizado será salvo; pero el que no crea será condenado.
17Y estas señales acompañarán a los que han creído: en mi nombre echarán fuera demonios, hablarán en nuevas lenguas;
18tomarán serpientes en las manos, y aunque beban algo mortífero, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán las manos, y se pondrán bien.
Ascensión de Jesucristo
19Entonces, el Señor Jesús, después de hablar con ellos, fue recibido en el cielo y se sentó a la diestra de Dios.
20Y ellos salieron y predicaron por todas partes, colaborando el Señor con ellos, y confirmando la palabra por medio de las señales que la seguían. Ellas comunicaron inmediatamente a Pedro y a sus compañeros todas estas instrucciones. Y después de esto, Jesús mismo envió por medio de ellos, desde el oriente hasta el occidente, el mensaje sacrosanto e incorruptible de la salvación eterna.
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